Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


Madrileñofobia

20/06/2020

El debate legítimo sobre los desequilibrios territoriales que genera la formación de una megaurbe tan poderosa y dinámica como Madrid ha suscitado una polémica bastante absurda. Me refiero a este tostón de la ‘madrileñofobia’. Más allá del folclore típico de este tipo de enfrentamientos identitarios, viene a demostrar que Madrid es ya una gran ciudad como otra cualquiera.
La población de Madrid está formada por sucesivas avalanchas de inmigrantes regionales e internacionales, entre los cuales me incluyo. Los números muestran como resulta casi estadísticamente imposible encontrarse por la calle con un residente de más de 65 años que haya nacido aquí. Esto diluye por completo la identidad al tiempo que se genera una nueva, mestiza. Más o menos como podía ocurrir en Chicago o Buenos Aires a principios del siglo pasado.
Pero como todas las identidades, la identidad madrileña es magnánima, abierta y acogedora cuando se ve fuerte y dominante. Y es recelosa, faltona y desagradable cuando se siente amenazada, herida o atacada. Es decir: una cosa son los chistes de huertanos murcianos o paletos manchegos y otra ponerle peros a Madrid. Así que estos días los madrileños se han ofendido. Y han reaccionado como reaccionaría cualquiera: contraatacando.
Era divertido ver estos días como convivían dos mensajes en defensa de Madrid. Por un lado, el mito de la ciudad acogedora en la que solo hace falta pasar unos días para ser madrileño. Por otro, la idea de que quienes expandieron el virus no eran en puridad madrileños, sino «extremeños en Madrid», «murcianos en Madrid», «andaluces en Madrid» o «manchegos en Madrid». ¿Pero en qué quedamos?