Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Adviento sin canto

06/12/2020

El concierto comenzó con cantantes agradecidos por la oportunidad, pese a la plaga, pues la Corte todavía mantenía abiertas ciertas opciones a la libertad... Y el virus reculaba mientras en otras regiones que la criticaban por su apertura avanzaba, devorando a sus gentes. Basílica barroca y espléndida, llena de gente agradecida, también de edad tardía, que prefería la belleza sonora a morirse de asco encerrados, secuestrados, en sus casas: la vida de nuevo, con una música divina -festival de música sacra-.
Grandes medidas de seguridad cuidaban de los presentes. Gel a la entrada, en los bancos las distancias adecuadas, mascarillas en todas las caras... El concierto les llenó de armonía. Acabó y parte del público quiso asistir a la litúrgica celebración que conmemoraba la muerte del Mesías. Entonces las leyes cambiaban. El lugar era el mismo. Pero la norma dictaba que si los espectáculos pueden ocupar hasta el 75% del aforo, los centros de culto solo el 50%, más tarde reducido al 30%. No hay protestas donde se da gloria a Dios, donde se halla la paz frente al más allá, para sobrevivir al más acá.
Contar chistes en un teatro triplica el aforo de un templo. En este caso había sido un concierto de exquisito gusto y efecto. La incoherencia de la norma, es patética y nos muestra cómo el sistema legal está lleno de patrañas tejidas por malvados o dementes que se nos impone con demoniacos laberintos de contradicciones, «por nuestro bien», oficialmente.
Apenas se escuchan aquí protestas; sí surgieron en Francia y por eso el alto tribunal ha dado la razón a quienes apelaron la limitación de solo treinta personas en cada templo al margen del tamaño, del aforo, así como permiten que los capellanes visiten los hospitales o a enfermos en los hogares. Han conseguido que pueda haber un tercio de afluencia. El laicismo no es muy consolador cuando uno está a punto de expirar pues los certificados estatales de nada sirven ante la eternidad.
La foto del periódico más difundido, El País, ante un caso de corrupción de un hispánico partido, llamado popular, no muestra a los políticos sino al papa Benedicto XVI mientras el titular habla de las condenas de cárcel, como si este tuviera culpa alguna en la mafiosa trama. No es casualidad.
En algunos ambientes, ser cristiano es pertenecer a una minoría que no merece respeto, sí la transexual o la musulmana. Como dice Juan Manuel de Prada: «maldito es aquel que se opone al espíritu de su época. En una época beata, maldito era el escritor que se encomendaba a Satanás. En una época satánica, maldito es el escritor que se encomienda a los santos.»
Pensaban impedir el canto en las iglesias, no en los teatros. La Iglesia cada vez es más vilipendiada: vientos adversos en el adviento.