Fernando García Cano

Eudaimonía

Fernando García Cano


Memoria de una herida

10/09/2021

Hace 500 años que el joven Íñigo López de Loyola fue herido en el asedio de Pamplona y a raíz de aquel acontecimiento vivió un proceso personal de conversión interior que le llevó a cambiar radicalmente de vida y de sueños. Como describe muy bien la película que hace unos años promovió la productora filipina de los jesuitas sobre la vida de Ignacio de Loyola, dirigida por Paolo Dy, el soñador capitán de noble familia vasca acabó siendo el soldado celeste que fundó la Congregación religiosa más importante de la Iglesia Católica, que ha marcado la actualidad de su historia desde el siglo XVI hasta el día de hoy, en el que por primera vez un jesuita llamado Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa en 2013, con el nombre de Francisco.
La efeméride de tan singular fecha ha llevado a la Compañía de Jesús a promover la celebración de un Año Ignaciano desde el pasado 20 de mayo, que se prolongará hasta el 31 de julio de 2022. Para contribuir a la difusión de lo que se quiere conmemorar, bajo el lema ‘Ver nuevas todas las cosas en Cristo’, la curia general de los jesuitas en Roma alentó la preparación de un libro-entrevista con el superior general de la Congregación religiosa, el venezolano Arturo Sosa. El libro lleva el título En camino con Ignacio y es fruto del diálogo abierto con el protagonista a cargo del periodista Darío Menor, que durante 24 horas de entrevistas personales formuló al primer sucesor de San Ignacio venido desde América Latina más de 270 preguntas. Editado por Sal Terrae, presenta un formato atractivo y cuidado en el que no faltan bellas ilustraciones, citas escogidas de los escritos de San Ignacio e incluso sugerencias para la oración personal y para una conversación espiritual entre quienes quieran utilizarlo como libro-herramienta en sus dinámicas de grupo durante este Año Ignaciano.
Lógicamente el formato de libro-entrevista marca el contenido del volumen, muy manejable y que no llega a las 300 páginas. Dividido en 11 capítulos aborda la visión del padre Sosa sobre la realidad del mundo actual, la Iglesia Católica y el compromiso de la Compañía de Jesús en su misión de reconciliación y justicia, en la dirección a la que apuntan las nuevas Preferencias Apostólicas Universales (PAU) que comenzaron a gestarse en la preparación de la 36 Congregación General de la Compañía, convocada en 2014 por el entonces superior general Adolfo Nicolás. Fruto de un largo trabajo de discernimiento comunitario esas Preferencias son orientaciones para la vida y misión de todas las actividades apostólicas que promueve la Compañía de Jesús en las 127 naciones en las que está presente, que suponen un 65% de las que existen en el planeta. Dichas pautas se desarrollarán entre 2019 y 2029. El libro dedica un capítulo a cada una de ellas, que resultan ser estas cuatro: mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento (capítulo 6); caminar junto a los pobres, los descartados del mundo (capítulo 7); acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador (capítulo 8); despertar una mayor sensibilidad para el cuidado de la Casa Común (capítulo 9).
La sintonía de las respuestas del padre Sosa con el magisterio pontificio posconciliar es evidente y llama la atención también el afecto a la herencia recibida de sus antecesores en el cargo, desde el padre Arrupe, el padre Kolvenbach y el ya mencionado padre Adolfo Nicolás. Para quienes tienen vocación docente resultará especialmente atractiva la descripción del modelo educativo jesuita, sintetizado en las llamadas cuatro ces: conciencia, competencia, compasión y compromiso. A ellas gusta añadir el padre Sosa una quinta ‘c’: la coherencia. Ciertamente la transformación institucional de las actividades que llevan a cabo los 15.000 jesuitas que hay por el mundo pasa por asumir gustosamente que su misión es compartida con los compañeros y colaboradores que no son miembros de la Compañía. Tanto el prólogo, como la reflexión final dan también prueba de ello, al no estar escritos por jesuitas. En Ciudad Real tuvimos la suerte de su presencia entre nosotros en el colegio -actualmente salesiano-, que sigue llevando el nombre del Hermano Gárate, un jesuita beatificado que pasó su vida en Deusto.