Elisabeth Porrero

Elisabeth Porrero


Amaya y su refugio de burros

07/10/2020

Nos decía Amaya que los burros son terapéuticos. Por supuesto que tenía razón. Ella lo sabe muy bien, no obstante lleva muchos años conociéndolos y cuidándolos. Esta marinera, que durante dos décadas recorrió el mundo en barco, ha podido al fin llevar a cabo su sueño de fundar un refugio para estos encantadores animales en Cala de Mijas. Y a ello se dedica con todo su amor y su empeño. 
Mi querida amiga Juana y yo quisimos ir a conocer su proyecto este pasado verano. Prohibidos como estaban los abrazos a las personas, los animales de este precioso hogar Donkey Dreamland Mijas nos dejaban dárselos sin ningún inconveniente. Con toda la ternura y la paz que desprenden, estos burritos nos dejaban rodearlos con nuestros brazos y permanecer reclinadas sobre sus lomos sin apenas moverse, como agradeciéndonos que los quisiéramos mimar. Algunos de ellos venían de ser maltratados por sus dueños anteriores o simplemente, muy poco atendidos o viviendo en condiciones muy poco apropiadas para que fueran felices.
En este refugio tienen asegurados la libertad, el cariño y la atención. Además su “mamá” Amaya quiere enseñarnos el poder beneficioso de estos animales, que durante siglos tanto han servido al hombre y tanto han trabajado para él. Por eso el refugio admite visitas para enseñar al público muchas curiosidades sobre ellos y se organizan actividades como yoga o “la hora del té” con ellos. Además nos permiten apadrinarlos.
Es de bien nacidos ser agradecidos, por eso el hecho de que conozcamos gente como Amaya, que quiere devolverles, con tanto amor, parte de todo lo que nos han dado ellos a nosotros, nos hace no perder la confianza en la bondad que aún existe en el mundo. Si es generoso por su parte cuidarlos, más aún lo es que quiera mostrarnos un lugar en el que el estrés, la angustia o la negatividad desaparecen y en que nuestro espíritu se llena de sensaciones hermosas. 
No sé si es por su precioso aspecto en general, por sus enormes ojos o por la calma que transmiten, pero contemplarlos de cerca y abrazarlos nos recarga de energía y nos llena el corazón de ternura.  Y más aún, cuando vemos que hay gente tan dispuesta a hacer lo posible para que no sufran más. 
El pasado domingo fue el día de San Francisco de Asís, el día mundial de los animales. Un buen momento para recordar que, junto a nosotros, ellos pueblan este planeta. Si ambos somos compañeros de este viaje que es la vida, no deberíamos maltratarlos sino convivir en la mayor armonía posible y aprendiendo todo lo bueno que nos enseñan.