Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Realidad separada

02/10/2020

En el Parque Nacional de Yosemite de EEUU, meca de la escalada en grandes paredes, existe una ruta en la que, en su tramo final, el escalador se enfrenta a una dura fisura por la que tiene que discurrir desafiando la gravedad. Lo hace empotrando las manos, de espaldas al suelo, un suelo que le queda a 200 metros. La vía se llama Separate Reality (Realidad Separada), y en 1988 el escalador Wolfgang Güllich fue el primero en hacerla sin cuerda. Solos él y la roca, con el vacío como testigo.
Ayer no habían dado las ocho de la mañana y muchos periodistas de este país teníamos en nuestros móviles un mensaje de la Secretaría de Estado de Comunicación informando de la publicación en el BOE de la Orden del ministro de Sanidad, mediante la que se aprobaban las actuaciones coordinadas con las comunidades autónomas en materia de Salud Pública para responder ante situaciones de especial riesgo por transmisión no controlada del virus. Y en ese mensaje se dejaba bien claro que este acuerdo, alcanzado en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud la noche anterior, «es de obligado cumplimiento». Y por si aún hubiera alguna duda, matizaba más adelante que «los acuerdos obligarán a todas las Comunidades Autónomas, aunque voten en contra, si el Estado ejerce competencias de coordinación, como es el caso».
El espectáculo al que estamos asistiendo es bochornoso, cierto. Pero es que el Gobierno de la Comunidad de Madrid se ha echado al monte. Tras los intentos de conciliación entre ambas administraciones, el PP ha preferido utilizar las restricciones por necesidades sanitarias como baza política. Pablo Casado rechazó primero el Estado de Alarma porque no daba libertad a las autonomías para ejercer su propias competencias. Cuando las tuvieron, reprochó que el Estado se desentendiera de la situación. Ahora que el Estado vuelve a coordinar las actuaciones ante la dejación de funciones de Isabel Díaz Ayuso vuelve a protestar, y eso que se suponía que había un previo acuerdo de no confrontación de por medio. Es muy difícil entender el juego al que el PP está sometiendo a la ciudadanía, no ya solo de la comunidad de Madrid, sino de otras muchas, fronterizas o no, que no saben a qué atenerse en sus desplazamientos.
Pero es un juego que confirma y justifica la desafección de los ciudadanos de la política, ya tangible desde hace muchas semanas en el Congreso de los Diputados. Pero es que además, esta actitud demuestra la completa separación de la realidad que mantienen en cuanto a las prioridades que debería tener la política en estos momentos. Sonroja andar pidiendo a estas alturas una oposición responsable con comunidades autónomas amenazando con los tribunales, o partidos registrando mociones de censura muertas antes de nacer. Y mientras una parte de nuestros representantes, como la ministra de Trabajo y los agentes sociales, sí que han entendido las prioridades que nos acucian, otros se han subido a una «realidad separada» de la que tenemos los ciudadanos. Solo espero que ellos, al menos, sí que lleven cuerda.