Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Los votos, más fuertes que las armas para la libertad

18/02/2021

España avanza, idiotizada, en su empeño de continuar, proporcionalmente, semana tras semana, en los puestos de cabeza de los países invadidos y dominados por la pandemia de Covid-19. Es natural lo de idiotizada dada la categoría y el pelaje de los que detentan el poder -el teclado ha comenzado a echar humo cuando le he querido obligar a escribir en referencia a estos elementos gobernantes, el título social de señores- porque no están fracasando menos que en el desempeño de su labor de gobernanza en un país tan desorientado, tan perdido, tan fracasado como el nuestro, otrora espejo de tantas cosas y casos, que es capaz de premiar, política y electoralmente, a los grupos que, desde el ángulo que ustedes quieran, están haciendo el más grande y doloroso de los ridículos en su gestión. En el total y en la parte, de la pandemia que nos tiene, ya está dicho al principio, dominados, temeroso y arruinados, excepción hecha de esos miles de hijos de perra que, con la impunidad que les garantiza la inoperancia de las pretendidas autoridades gubernativas, continúan en su labor de zánganos transmisores de la enfermedad que, ¡ojala!, fuera inteligente y selectiva, que seguramente no faltarían quienes facilitaran un listado de culpables. 
Frases y sueños más jocosos que otra cosa y pese a la mejora de cifras de la última semana, ¡ya veremos cuando pasen los próximos 9-10 días!, la verdad es que hemos superado los tres millones de contagiados, de los que una no despreciable parte la tienen las fiestas, botellones y similares, y nos acercamos, poco a poco o un tanto más, a los cien mil muertos, contando, eso si, con los errores, bailes y maquinaciones de cifras a las que nos tienen sometidos los que dicen que gobiernan o cosa parecida. 
Y con estas cifras de éxito, que en verdad hacen que en Europa se rían de nosotros, con el añadido del desastre que han liado en los primeros compases de la campaña de vacunación del Covid-19 y la distribución de las vacunas, llegan unas elecciones, en este caso regionales, y resulta que los que han fracasado miserablemente en la gestión de la criminal enfermedad que nos asola, salen reforzados, mil votos arriba o abajo, por unos cuantos millones de personas que, olvidando todo lo olvidable y más, les premian para que sigan gestionando todo, salud, dinero y amor, con la misma ineficacia que hasta ahora han gestionado todo.
Y en esas estamos. Y aun más, porque resulta que, las izquierdas catalanas, desde los  más conservadores hasta los más radicales, herederos intelectuales y callejeros de los grupos terroristas catalanes como Tierra Libre, ¡joder con el seny!, de la que se dice podría volver a saltar al cuadrilátero, han ganado en número de votos, pese a que el PSOE catalán, el PSC, haya quedado en primer lugar. 
Pero han sido los independentistas los que se han llevado el gato al agua y los que van a poder gobernar, o mal gobernar, que todo es posible. Y puestas así las cosas, la violenta kalle borroca catalana de estas noches pasadas, asalto a una comisaría incluida, son un muy serio aviso a navegantes y pretendidos gobernantes. Con mayoría de votos independentistas en las urnas, no pasaran muchas fechas sin que se pida, se exija mejor, un referéndum de autodeterminación. Al que, con la lógica y la razón, deberían tener derecho. Hoy, examínese bien el razonamiento, sería difícil negarles el derecho. Madrid, desde que Franco murió, ha jugado, consentido y hecha mucha dejación de papeles. Hoy me temo que será difícil retroceder. La Constitución fue votada por el 92 por ciento de catalanes; hoy, a la vista del triunfo, el día 14, de los separatistas, ya veríamos donde quedaba la cosa. Desde este espacio lo habíamos advertido hace año y eso que no hablo catalán en la intimidad como Aznar.