Miguel Ángel Jiménez

Comentario Dominical

Miguel Ángel Jiménez


En un escaparate

24/02/2023

Me paro en un escaparate. Repaso, uno a uno, con detenimiento, los objetos que lo componen. Fundamentalmente libros. Mil y un temas. Me pongo a pensar: cuánto me gustaría saber; de cuántas disciplinas me gustaría seguir aprendiendo; cuántas cosas me apasionan; cuánto no sé ni conozco, y quisiera… 
No ha sido la primera vez que me ha invadido el mismo sentimiento profundo y fugaz: ya no hay tiempo. En realidad, nunca lo hubo. Los días, el tiempo va pasando. Cada vez es más limitado y ya no será posible abarcar todo. Ni siquiera tanto, mucho menos de lo que se quisiera. Es limitada la capacidad, pero es también limitado el tiempo. Imposible mientras que el saber sigue creciendo aritmética, exponencial y, también cualitativamente. Estamos en la época precisa en la que el saber se va a multiplicar de manera imprevisible y de manera sustancial. Será el simple hecho de poder relacionar todos los datos y el saber como nunca hasta ahora.
No puede no conducirnos a la humildad. Muchas veces no somos conscientes. Cuando jóvenes, también cuando mayores, podemos tener un sentimiento de poder con todo, de querer llegar a todo, de poder alcanzar todo lo que, por principio y definición, es inalcanzable. Ni de jóvenes, mucho menos de mayores cuando la posibilidad del tiempo juega un papel crucial. Ser conscientes de ello nos sitúa en lo limitado de la vida, en la finitud radical. Somos lo que somos, ni más ni menos, y llegamos hasta donde llegamos. Somos el aliento necesario y bello para la historia. Bendito sea Dios. 

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