Miguel Ángel Jiménez

Comentario Dominical

Miguel Ángel Jiménez


Jugar con personas

15/07/2022

La inmigración es hoy un quebradero de cabeza para los gobiernos de los países y solo se convierte en página de actualidad en momentos puntuales, aunque sea fuente de sufrimiento diario. Lo es para aquellos que se ven obligados a salir de su tierra. Casi siempre abandonando su familia para buscar unas dudosas comodidades. Lo es también para los padres y las madres que tienen que aceptar que sus hijos más jóvenes y fuertes rompan lazos y marchen a otro país para buscar solución a su situación. También es un reto para los que tienen el poder de decidir qué medidas pueden ser las más adecuadas para dar respuesta a un vasto y complejo problema. Tampoco el mar obtiene ganancia alguna con la muerte. Los únicos que ganan son las mafias que comercian con unas personas que no son para ellos más que objeto susceptible de ser vendido. Mercancía.

Pero no podemos perder la esperanza de que un mundo mejor es posible. Hay que estar convencidos de que los gobiernos procuran las mejores medidas y estructuras para ayudar a los más débiles y que si no se hace más, es porque no se puede. La realidad es compleja y, aunque nos gustaría encontrar medidas rápidas y efectivas, no siempre es posible que se unan esas dos condiciones. Sería deseable, pero no siempre es así. No podemos caer en la tentación de que hablar de hospitalidad entra dentro de la esfera de la demagogia fácil, barata y populista. Y, por supuesto, la solución no es cerrar puertas o fronteras. Tampoco de manera controlada porque eso sí que nos convierte en inhumanos e insensibles a las necesidades de otros.