Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


El feminismo polémico

10/03/2021

Si el machismo es una pandemia social evidente y añeja por más que algunos quieran negarlo, este año ha convivido con la otra, la del Covid-19, que nos asola y entristece nuestros días, aunque veamos esperanza y vacuna a la vuelta de la esquina mientras Irene Montero se afana en marcar perfil a costa de una celebración que necesariamente ha sido recortada en los aforos aunque no en las intenciones, que pensábamos que eran prácticamente transversales, si bien es cierto que el feminismo es objeto de controversia creciente en la medida en que deja de ser una suerte de adorno en el aparador del cuarto de estar al que todos ponen flores el ocho de marzo, sin saber si están o no demasiado convencidos. Últimamente ya se distinguía un feminismo de izquierdas de otro que se autodefine liberal, pero ahora, tras las últimas iniciativas de la ministra Montero, el llamado feminismo progresista se divide en partes, incluso dentro de Podemos, donde estos días se escuchan voces contestarías con la línea marcada por la ministra. No sé ve con buenos ojos eso de que una persona menor de edad pueda determinar su sexo según se levante ese día y acudir a hormonarse a mayor regocijo, por cierto, de una industria farmacéutica que haría su agosto. Tampoco se termina de ver, en ciertos medios progresistas, eso de que la ley de libertad sexual se sustancie en el famoso ‘solo sí es sí’ que termina encorsetando la libertad sexual en la práctica en un cuadrilátero agobiante, a golpe de código penal, y convirtiendo a la mujer en un ser instalado en el victimismo y al hombre marcado por la culpabilidad a modo de neopecado original en la era digital, como si no fueran capaces ambos, como personas libres, de jugar en el terreno compartido de la libertad. Lo cierto es que Irene Montero ha querido marcar su perfil con estas iniciativas, mientras presume de que se siente muy orgullosa de haber sido cajera de supermercado porque así sabe cómo viven esas mujeres trabajadoras de la primera línea.
Lo cierto es que la precariedad de algunas cajeras de supermercado, de limpiadoras o de tantos otros trabajos ingratos, afecta a la mujeres y a los hombres, pero a la mujer se le carga además con gravámenes que en muchos casos tienen que ver con la remuneración y la discriminación que se produce en el momento en que sigue siendo un problema quedarse embarazada para poder mantener un puesto de trabajo. Con todo, nunca puede ser deshonroso haber sido cajera de supermercado, posiblemente es una experiencia laboral en la que se asimilan actitudes fundamentales para la vida, lo malo es que cuando ni siquiera se tienen cuarenta años no haber trabajado algunos años más fuera de la órbita de la política, de cajera o de cualquier otro menester, puede ser un problema para comprender la medida justa de las cosas. Estamos, en cualquier caso, en ese momento en el que Irene Montero, queriendo ser vanguardia del feminismo, ha conseguido poner contra las cuerdas al feminismo clásico de la izquierda española.
Mientras tanto, con enfoques excesivamente reduccionistas que ponen en el mismo plano a Ana Patricia Botín y a la persona que limpia su casa, como si sus problemas fueran los mismos, seguimos esperando que una mujer sea presidenta del Gobierno en España en un panorama dominado por la pelea incesante de machos-alfa, solamente interrumpida algún rato por una Inés Arrimadas al frente de un partido en horas bajas. Quiero ver ese día en el que una mujer presida los destinos del país porque será un síntoma evidente del triunfo del feminismo real, contante y sonante. Porque una causa tan noble como la del feminismo tiene hoy una gran dosis de postureo obligatorio para pasar por la taquilla de lo políticamente correcto. Y, sin embargo, el postureo en cierta medida oculta y entorpece lo que todavía queda por hacer para que la igualdad legal se convierta en igualdad real, el camino por recorrer.
La maldita pandemia ha impedido este año un 8M bullicioso y callejero, no podía ser de otra forma. Hace tres años el movimiento feminista marcó un hito histórico con manifestaciones masivas en nuestro país que fueron noticia en todo el mundo. Un orgullo para todas las mujeres españolas aquel día de 2018. Después llegó la discusión sobre qué es el feminismo más allá de una pancarta y un color morado, incluso el debate esencialista sobre que queremos decir cuando decimos mujer. Y en eso estamos.