Elisabeth Porrero

Elisabeth Porrero


Nombres tormentosos o en calma

10/03/2021

Desde 2017 España, Portugal, Francia y Bélgica se unieron formando el Grupo Suroeste Europeo que, cada temporada, y alternando alfabéticamente nombres de hombre y mujer bautiza a las borrascas que producen grandes impactos en las personas y bienes de sus territorios. Este grupo trabaja en colaboración con el Grupo Oeste Europeo compuesto por Reino Unido, Irlanda y Países Bajos, que viene realizando esta labor desde 2015.
Por esta razón supimos que fue Filomena la culpable de los trastornos que se causaron en toda España en enero. Y, desde entonces, puede que, si no tenemos un ser querido que se llame así,  tal vez recordemos ese nombre unido a la catástrofe.
En nuestras almas también se suceden borrascas y periodos en calma. Por eso tenemos guardados en algún lugar de nuestro ser esos nombres que nos resultaron tormentosos y, por supuesto, aquellos otros que fueron sinónimos de paz. 
También conservamos los que nos rescataron de nuestros naufragios y solo el hecho de pronunciarlos ya nos eleva al cielo. Pareciera que esos nombres se deshicieran en nuestras bocas y los saboreásemos lentamente al decirlos y que, incluso, nos dejan un sabor delicioso cuando salen de nuestros labios.
 Aquellos con los que bautizaron a nuestros progenitores, familiares más queridos y amistades más sinceras llegan hasta a gustarnos, de tanto llamarlos y de tanto bien como nos hacen aunque nos los eligiésemos para bautizar a nuestros descendientes.
Del mismo modo, también nos marcaron, cuando íbamos al colegio, los nombres de los compañeros y compañeras más ‘trastos’ o de los más ‘inteligentes’ y, por esas razones, podríamos rechazarlos o elegirlos en un futuro para llamar a un hijo o una hija porque ya quedaron asociados, en nuestros subconscientes, a cualidades malas o buenas.
Otros se nos quedaron grabados cuando los descubrimos en películas o en algún libro y su sonoridad o los personajes a los que correspondían nos cautivaron. Así, un familiar puso hace años a una de sus niñas Ernestina, porque le encantó al leerlo en una novela.
También adoramos aquellos de nuestros actores o actrices favoritos o de aquellos cantantes u otros artistas que tanto han influido en nuestras vidas.
Mucha gente elige los más amados para nombrar a sus mascotas. Yo, por ejemplo, elegí Lola para bautizar a una burrita a la que amadriné el año pasado, porque me parece un nombre lleno de fuerza, tal vez por el recuerdo de Lola Flores o porque mi madre se llama María Dolores y me gusta más el diminutivo por lo negativo que conlleva el sustantivo Dolores.
Esa es la vida, nos va trayendo esas palabras que designan a las personas que para bien o para mal se nos van quedando dentro. Hay que procurar que sean más nombres los asociados a mares en calma que a borrascas.  Y procurar que nuestros nombres no recuerden a tormentas.