Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


Los anti y pro-fútbol, en el candelero

22/06/2021

La afición del Atlético de Madrid sabe lo que contiene su himno centenario compuesto por Joaquín Sabina y Pancho Varona: «Aquí me pongo a contar/ motivos de un sentimiento/ que no se puede explicar». Y prosigue: «Qué manera de aguantar, qué manera de crecer, qué manera de vivir, qué manera de soñar, qué manera de aprender, qué manera de sufrir» en la conquista de la pasada Liga, que este año ha sabido a gloria.
Algo de morbo mantiene el fútbol, siempre en candelero: la ilógica que lleva consigo, ahí está el juego de las quinielas para corroborarlo. En un mundo redondo- esférico, no hay principio ni fin. El relevo lo ha propiciado el Europeo de Naciones, pospuesto por la pandemia y ahora lo gozan, otra vez, las aficiones de nuestro continente. 
La mayoría de los partidos son televisados, y tal incidencia hace que las imágenes se alarguen más de la cuenta, y el anti-fútbol de manera natural y recíproca rebrote frente a los televisores de casa. 
Los familiares que no saben de fútbol ni tampoco quieren, están amparados por la opinión del escritor argentino Jorge Luis Borges que definía al fútbol como una forma de tedio. Por eso lo detectaba, «es un juego brutal que no requiere un coraje especial, porque nadie se juega la vida». En la misma orilla estaba otro ‘plumilla’ enjundioso que practicó un tiempo las crónicas futboleras con cierto talento, y que también abominaba del fútbol. Se trataba de Wenceslao Fernández Flórez, quien guardaba del aficionado al fútbol un bajo concepto, «es peor que el de los toros, porque es injusto, apasionado, esclavo de sus devociones, intransigente y propenso al insulto y hasta la agresión». En cierta ocasión, le preguntó un periodista deportivo: ¿Qué medidas aplicaría usted al fútbol para su mejoramiento? Y la respuesta fue, «suprimir a los espectadores». Una premonición de los estadios vacíos por la pandemia. 
Ahora quien sufre los envites al juego desarrollado por la selección española es Luis Enrique, calificando a la mayoría de sus acciones de aturdimiento a la hora de plantear la táctica; en ofuscamiento a la hora de cambios de jugadores; de atolondramiento en el despliegue sobre el campo: sin apenas regates y sin verticalidad en el juego: sobeteo del balón constante y sin buscar espacios con paredes entre los jugadores que ilusionaran a los aficionados que vieron en directo los encuentros en La Cartuja de Sevilla, y a millones de españoles que aguardaban delante del televisor pacientemente la victoria. 
Lo peor de todo es que la mayoría de los partidos se ofrecen por televisión y los aficionados ya saben y conocen a qué juega Francia, Portugal, Alemania o Italia, cuyos talentos futbolísticos están en alza. Mañana el seleccionado español juega contra Eslovaquia a las 18.00 horas. Las palabras esperanzadas del seleccionador una vez finalizado el partido frente a Polonia: «Aún podemos ser primeros de grupo, nadie dijo que fuera fácil». Le faltó decir que España ganó el Mundial de Sudáfrica con escasos resultados en el marcador, de acuerdo, pero con juego que apabullaba a los contrincantes. ¡Suerte, España! Y en esas estamos.