Acostumbrados como estamos a que los dos gigantes marquen el peso de la información de LaLiga y los otros 18 se muerdan las uñas ante tanta diferencia de trato, llevamos tres días enteros escuchando con sorprendente e indignante naturalidad eso de «Liga finiquitada». Ya claro. En la visión global del analista medio, el resumen de la Liga es: «Madry y Barça. Uno gana y el otro no». Es la conclusión lógica de un proceso de monetización tan bestia que nos ha llevado a una Liga a la escocesa, aunque la expresión le duela a Tebas y compañía: en lo que va de siglo, apenas cuatro campeones distintos de Liga… dos veces el Valencia, una el Atlético y 17 ellos dos (siete blancas, diez azulgranas). Una tendencia consolidada que echa una gruesa cortina de acero sobre el resto de la competición, donde todavía quedan focos activos.

Porque se extinguió la llama de lucha por el título, se extinguieron con tiempo los dos billetes de Liga de Campeones para Atlético y Sevilla, se selló uno de los pases a Europa League (Villarreal) y dos del descenso (Mallorca y Espanyol). Pero la 38ª jornada guarda todavía, para quien quiera verlo, un quintal de emociones y peleas a muerte. El Leganés contra un previsible billete a Segunda División, contra el Real Madrid y contra cualquier resultado positivo del Celta en Cornellá. Y sobre todo, cuatro partidos que otorgarán dos plazas de Europa League entre Real Sociedad (55 puntos, en el campo del Atlético), Getafe (54, en el campo del Levante), Valencia (53, en el campo del Sevilla) y Granada (53, recibiendo al Athletic). Si cinco de los diez partidos en juego tienen tanto en juego deberemos ir revisando nuestros 'principios' cuando, en efecto, hablamos de competición vista para sentencia porque 'los dos de siempre' ya la hayan concluido.