Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Faltan políticas/os para las paz

26/05/2022

Nuestra clase política sigue cosechando fracasos de fondo, forma y resultados y ello -tengo que decir que creo que de manera más acusada en un lado del campo de juego o del tablero para las fichas que en el otro- simple y llanamente por algo que hace años escribí, sin haberlo visto antes en otra pantalla o página de periódico. Se trata de la afirmación, rotunda por mi parte, de que la izquierda española, una vez pasada la resaca, positiva, agradable y feliz, de la llamada Transición, se empeñó en una Cruzada loca, rencorosa, radicalmente negativa para todos, ellos y los demás, en la que política, social y creo que hasta económicamente, la derecha española toda, sin resquicio ni rendija ni islas o atolones, quedase derrotada en la guerra que, por cosas de la vida, la izquierda de un lado y la derecha de otro, perdieron o ganaron, respectivamente. Hoy, que sería día de seguir tratando la invasión, cruel y despiadada, muy a la comunista estaliniana, o estalinista, que tanto da; o del Foro de Davos, donde están reunidos todos los dineros del globo, sean muchos o pocos los de cada país y al que no asiste la Rusia expulsada; o del raro ambiente entre Washington y Pekín por la excolonia inglesa de Hong Kong; o de la nueva, inaceptable y canallesca matanza en una escuela norteamericana, de 19 niños y dos profesores de origen hispano, a manos de un joven no mucho mayor que los niños muertos, que tenía en casa, como el que tiene raquetas de tenis o de ping-pong, dos potentes fusiles de asalto, amén de pistolas y demás, en un país en el que es más fácil comprar, y usar, un arma de guerra, aunque las bauticen con un nombre más suave, que hacer pipí a la vuelta de una esquina. 
Pero dado que hay tanto tema de actualidad y tan tratados por una legión de comentaristas, he optado, visto el enrarecido ambiente del campo de juego de la política española, empezando por los babosos de los dirigentes separatistas catalanes, ahora mismo empeñados en ningunear, ofender y aislar a Aragón de la posible organización de parte de las próximas Olimpiadas de invierno, o al menos dejarle menos que las migajas, -pido al COI que les niegue entradas para asistir gratis al acontecimiento- por dedicar, una vez más, unas líneas a clamar la instauración intrapartidista de cursos y todo lo que haga falta más para, con carácter general y urgente, enseñar a la caterva política, buenos modos, de forma que en los debates, en los parlamentos, en los plenos, en el día a día, vuelva el espíritu general de la Transición, con el que España, incluidos los babosos que en el mundo han sido, fueron capaces de superar y encauzar, sabia y democráticamente, el futuro de España. Ni las palabras del ministro de no sé qué a Macarena Olona, ni el insulto a medio contener del vicepresidente de Castilla y León a una diputada socialista que, igual, le dobla la inteligencia, que es la estatura que cuenta y vale, pueden enfangar más no ya el estilo parlamentario general y particular. Este puñetero país necesita y merece paz. Convénzanse de que la guerra acabó en 1939.