José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Orwelliana

25/11/2020

La pretensión de la reciente Orden Ministerial, emanada de la Secretaría de Estado de Comunicación y del gabinete de Presidencia, que trata de regular el Procedimiento de actuación contra la desinformación, ha motivado múltiples comentarios desfavorables. Desde la oposición política hasta los medios de comunicación, que pudieran verse afectados por las medidas previstas de control en la supuesta cruzada contra las fakes news, han expresado sus dudas y su rechazo.
Vendida así la medida aprobada, como protocolos implantados en aras de la seguridad -en seguimiento del Plan de acción de la democracia europea- para controlar los bulos y las manipulaciones informativas que circulan por las redes y medios digitales, pudiera tener algún sentido siempre que se explique el alcance del control desplegado y su transparencia. A pesar de que ya existan en el actual organigrama del ejecutivo, agencias, órganos y servicios cuya función es, justamente esa, desvelar dudas informativas y despejar sombras de falacias circulantes como campañas organizadas. Y así, «el procedimiento publicado en el BOE formaliza estructuras de supervisión, mecanismos de actuación interna y de respuesta a las intoxicaciones masivas», decía el diario El País en su editorial del 9 de noviembre. Dejando ver con ello, justamente, el aspecto más criticado de mano del creciente intervencionismo informativo del Gobierno.
Por ello, algunos comentaristas han razonado que la pretensión del Comité de Vigilancia Permanente -de naturaleza exclusivamente gubernamental y no de Estado, con aportaciones del sector de los medios de comunicación- otorga a la medida jurídica -una simple Orden Ministerial- un inequívoco tufo orwelliano y un desmedido afán de control total. Para referirse, con ello, a las estructuras desplegadas por el escritor británico George Orwell en su distopía política de la novela 1984, donde la estructura de los ministerios -de la Abundancia, del Amor, de la Paz y de la Verdad- venían a gestionar justamente lo contrario de lo que enunciaba su título oficial de sus cometidos. El Ministerio de la Abundancia gestionaba la escasez; el del Amor desarrollaba la tortura; el de la Paz se orientaba a la guerra y el repetido estos días, de forma insistente y sospechosa, Ministerio de la Verdad planificaba las mentiras.
Dando a entender con ello, que la citada Comisión de Vigilancia Permanente, de exclusiva dependencia gubernamental, encubría no tanto un ejercicio de combate contra la desinformación, sino una propuesta de neolenguaje, para ocultar las secretas intenciones de las interferencias políticas, sino las míticas referencias desplegadas otrora por el vicepresidente 2º, cuando hablaba del ejercicio del gobierno como una tarea de ‘cabalgar contradicciones’. Decir lo contrario de lo que se hace y hacer lo inverso de lo que se dice. Y callarlo.