Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Cervantes sigue vivo a pesar del Covid

01/06/2020

Soñar el sueño imposible, luchar contra el enemigo imposible, correr donde valientes no se atrevieron, alcanzar la estrella inalcanzable. Ese es mi destino»

Don Quijote, aún en los albores del siglo XXI, sigue incitándonos a perseguir quimeras, a convertirlas en nuestro referente de vida y, sobre todo, a defender el idealismo como bandera, entendiendo que la locura no es más que la excusa de quienes esconden sus sueños tras las cortinas de la prudencia y el pragmatismo.
Después de tantos siglos de su muerte, paradójicamente, el personaje de Cervantes sigue leyendo, se embarca en las más fabulosas aventuras y ameniza nuestros días con sus profundas y cuerdas reflexiones. Cervantes nos deja, así, su legado en forma de palabras, de cercanas y cuidadas palabras, construyendo un personaje eterno, perpetuo… como la literatura misma.
La maestría de un genio sencillo y austero en su expresión para crear alegría en sus lectores no ha encontrado todavía parangón en la historia de la literatura universal. Alegría y verdad, genuinamente humana, son los fundamentos de esta obra. Nadie como Cervantes ha conseguido dramatizar la cuestión clave de la identidad del ser humano: verdad contra mentira, realidad o utopía, normalidad frente a paranoia. Nadie ha estudiado mejor que Cervantes la verdad frente a cualquiera de sus falsificaciones. Nadie ha puesto sobre la mesa de la literatura crítica, de la literatura, la estrecha relación entre el misterio de lo real y la lengua, lo auténtico y lo aparente, en fin, la realidad y su representación cultural y artística.
Y me viene al hilo porque mi amigo Samir Delgado, viajero impenitente, que estuviera en Cuenca con su proyecto «el Tren de los Poetas» y con el que compartí increíbles travesuras literarias, me vuelve a sorprender y en este caso, no es con su buena poesía, sino con una curiosa reflexión a modo de artículo -llegado hoy mismo-, en la vinculación de don Miguel de Cervantes con Guatemala y su pasado familiar. ¡Increíble el mundo cervantino hasta dónde llega¡
Y ya ven, bajo este título «Nuevas joyas documentales sobre los parientes de Isabel de Cervantes, hija biológica de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), autor de El Quijote, en la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala», nos trae un maravilloso o, por lo menos, curioso artículo de novedad absoluta.
Los nuevos testimonios legales, descubiertos por el Profesor Honorífico Emilio Maganto Pavón, ex profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, legitiman definidamente que Isabel, hija de Ana Villafranca y Rojas, tenía familiares en Quauhtlemallan, «lugar de muchos árboles», Reino de Guatemala del Virreinato de Nueva España. Conforme al excelente libro del investigador Maganto Pavón, intitulado: Isabel de Saavedra. Los enigmas en la vida de la hija de Cervantes (Madrid, 2013), primera biografía de Isabel, fundamentada en 31 nuevos documentos acreditados, se pone de evidencia que la tía materna de Isabel, Luisa de Rojas, fue esposa del suplicacionero Juan de Villafranca. Éstos alumbraron, inter alia, Luisa de Villafranca o de Rojas, esposa del doctor cirujano Francisco Sánchez de Prado, natural de Miguelturra, jurisdicción de Almagro, quien emigró a Guatemala entre 1595 y 1598, y falleció a finales de mayo de 1613 en el Hospital Real de Santiago de Guatemala, fundado el 16 de septiembre de 1541 por el licenciado Francisco Marroquín (1499-1563), primer obispo de Santiago de Guatemala, amigo del fraile dominico Bartolomé de las Casas (1474/84-1566), obispo de Chiapas y protector universal de todos los indios de las Indias hispánicas.
Y es que, el Covid19 hará mucho daño y ha traído demasiadas muertes y desengaños, es cruel y mortal, sin escrúpulos, pero Miguel de Cervantes y su Quijote sigue vivo y luchando contra ese mortal virus a su manera, especialmente, con la palabra como dueña del encanto y si en nuestra Serranía, cerca de Cañizares y Carrascosa de la Sierra, donde la Herrería de Santa Cristina sigue presente, allí donde don Miguel dejase su sello al visitar a su hija Isabel, ésta sigue viva en el Bestiario cervantino, allá en allende los mares gracias a su tía materna y acá en el solar montañoso de la Alta Sierra conquense sigue estando presente con su recuerdo vivo junto a su esposo Luis de Molina y a su hija Ana. ¡Un lujo más para el bolsillo literario!