Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Una foto que chirría

03/12/2021

La fotografía de Zapatero en México, con algunos dirigentes latinoamericanos del Grupo de Puebla, es inquietante.

Forman parte del Grupo más de un centenar de líderes de izquierda de Latinoamérica y España y este nuevo encuentro tiene como objetivo presentar un alegato contra la pobreza y la corrupción. Bien. Lo que chirría en esa fotografía es que los acompañantes de ZP son el expresidente de Ecuador Rafael Correa, que huyó de su país al ser acusado de corrupción; Dilma Rousseff, que perdió la presidencia de Brasil por su vinculación con el caso de corrupción más grave de Latinoamérica, Odebrecht; y el canciller de Méjico, Ebrard, el día que tres hijos del presidente López Obrador, que presume de austeridad, acaban de ser acusados de enriquecimiento ilícito al amparo de su apellido.

Que Zapatero se siente entre ellos no lo coloca en el sitio en el que los españoles desearían ver a sus representantes públicos. ¿Qué en Latinoamérica hay también presidentes y expresidentes conservadores profundamente corruptos? Sí, varios de ellos con condena de cárcel y otros que tomaron el camino del exilio para no acabar en la cárcel. Pero eso no exime de sentir incomodidad ante un presidente que compadrea con dirigentes políticos que, por muy de izquierdas que sean, por muy "progresistas" que sean, han caído en los mismos comportamientos delictivos que aquellos a los que acusaban de corruptos. En muchos casos han ganado elecciones presentándose como adalides contra la corrupción… para hacerse de oro cuando alcanzaron el gobierno. Entre ellos, algunos de los dirigentes a los que tanto defiende Zapatero, como Nicolás Maduro o Daniel Ortega, que además han llevado a sus respectivos países a una miseria y una falta de libertades superior a la que existía cuando llegaron al poder.

El grupo de Pueblo arremete ahora contra el ultraderechista Juan Antonio Katz, candidato a la presidencia de Chile en segunda vuelta. Habría que preguntarse por qué un país que desde la desaparición de Pinochet ha rechazo los extremismos, ha votado a Katz. La respuesta es generalizada entre los analistas: se trata de una reacción a la elección de la Convención Constituyente que redactará una nueva Constitución. Convención invadida por los populismos de izquierda y ha provocado gran inquietud. Como provocó inquietud en Perú hace cuatro meses que ganara la presidencia Pedro Castillo, apoyado por un partido populista e indigenista de izquierda. Castillo está acusado de corrupción y se ha iniciado el mecanismo de impeachment para intentar desalojarlo de la jefatura del Estado.

La corrupción, desgraciadamente, es una lacra habitual en Latinoamérica. Con importantes y valientes excepciones, pero también con nombres que han arrastrado la honorabilidad de la palabra política. Entre esos nombres, varios de los más importantes miembros del Grupo de Puebla, a los que se perdona, por izquierdistas, lo que no se perdona a los dirigentes de la derecha también corruptos.

¿Qué hacía Rodríguez Zapatero sentado con tan poco ejemplares acompañantes?