Arcángel Moreno

Arcángel Moreno


¿Simplemente espectadores?

03/04/2023

Hace unos años, con motivo de la pandemia, hubo voces que decían que no habría Semana Santa. Faltaba el bullicio de la pasión, la música, los desfiles, las imágenes…. Había que volver a lo esencial.

Existió la pasión real y sacramental, la del sufrimiento de tantas personas durante la pandemia y aquellas que no pudieron acompañar la "pasión" de sus familias y sólo les quedaba rezar. La cruz se hizo tan real en tantas personas y Dios sufría en cada una de ellas. El silencio se apoderó de todo, Dios no se había ido y cada persona, a través de la muerte y el sufrimiento, subió al monte calvario con el desconcierto de la pasión y de la muerte. No hubo espectadores, no hubo bullicio. Muchos llegaron a pensar que aprenderíamos algo de aquellos meses tan duros. Pero a la vuelta del tiempo esto da que pensar.

Como con prisas, con la urgencia de salir corriendo para borrar el pasado, rápidamente se perdió la memoria del corazón, aquella que no sólo es historia sino amor personal desgarrado por tanta lucha y sufrimiento. Y nos pasa como aquel patinador que, sobre una fina capa de hielo, tiene que ir deprisa para no hundirse y así llegar a puerto seguro y rápido, su salvación es la velocidad; siempre sobre la superficie sin haber profundizado que el camino tiene hondones que nos enseñar a luchar y trascender.

Ha sido una pasión vivida y de la que ya no se quiere ver la cruz. Rápidamente, "a vivir que son dos días" y el momento presente es la única esperanza que nos queda. El cristianismo, sin embargo, afirma que la resurrección no borra las huellas de la cruz. Pero hoy, en un ambiente más bien pagano, borrar la cruz crea la ilusión de que el futuro solo existe mirando la historia con un borrador.

Como recuerda H. U. Von Balthasar: "la pasión no es lo único en la vida de Jesús, ella está entre su vida terrena de trabajador y de predicador itinerante y su resurrección hacia el Padre, en la que toma consigo sus estigmas transfigurados en la vida eterna. El cristianismo no es una religión unilateral del sufrimiento. A este le antecede un trabajo dirigido al mundo y transformador del mundo, y le sigue una vida junto a Dios que acoge y salva en Él todo lo vivido y sufrido".

Recuperar la Semana Santa no es, pues, aprender a ser espectadores de la cruz y el dolor de otro. Se va a mirar al crucificado (¡curioso!) e incluso se desbordará el sentimiento. El riesgo de reducir la fe a apreciación estética y cultural es grande. Pero, sobre todo, a los cristianos que quieren vivir de modo existencial la Pascua, la luz de la resurrección debería ser mucho más luminosa.

Es todo un contraste llamativo: se esconde o se rehúye la cruz en su significado más profundo, pero, al mismo tiempo, se la quiere ver, mirar…. y como se vive pendiente de los móviles para captar el momento, recuerdo lo que dice el filósofo: "el selfi anuncia la desaparición de la persona cargada de destino y de historia. Expresa la forma de vida que se entrega lúdicamente al momento… junto a los féretros, la gente sonríe alegre ante la cámara. Se contraría la muerte con un irónico soy yo" (Byung-Chul Han)

Trabajo hay en las Hermandades y en la religiosidad popular para "reconstruir" el Misterio Pascual de Cristo. Se trata de interiorizar que el sólo espectáculo nos aleja de la fe y la interioridad y que, si no hay una mirada limpia, de fe, es difícil reconocer la voz del Señor Resucitado pronunciando tu nombre (como le ocurrió a la Magdalena con el Resucitado).

No hemos aprendido demasiado después de la pandemia, vamos corriendo por el tiempo sin pararnos en la contemplación de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Demasiado abandono en lo cotidiano, demasiada huida del silencio, demasiada filosofía vital que sólo mira o llora, pero no entra en la historia contemporánea del Resucitado. Habrá luna llena, y ruido de corderos y de fiesta, y calvario… nos falta la luminosidad de la esperanza que el Resucitado nos trae y que hace que hoy, como entonces, existamos como Iglesia de Cristo.