José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Dos premios nacionales

10/11/2020

Decía el escritor Peter Handke que «la invención, la ficción son la verdad». Pero no siempre. A veces lo narrativo adquiere la forma del envase, lo rellena y ocupa todos sus huecos y nos llega como una investigación histórica que se ha llenado de verdad o como un ensayo literario que cabalga una aventura mítica. Es lo que percibo al conocer dos de los premios nacionales 2020 dados a conocer estos días, en los que a esa autenticidad, tan cara a los tiempos que corren, se suma la buena dosis de ejemplaridad que un Estado que se precie ha de considerar cuando los otorga.
El Nacional de Historia, para Fernando del Rey Reguillo (La Solana, 1960), catedrático de Historia Política y de los Movimientos Sociales de la Complutense, por su libro Retaguardia roja. Violencia y revolución en la Guerra Civil Española (Galaxia Gutenberg). Un tema tan delicado y emocional en un país marcado trágicamente por este conflicto, que el historiador abordó bajando al barro mismo de los personajes que sufrieron la represión en la zona republicana en que vivió durante toda la guerra nuestra provincia, en un ejemplo de microhistoria, como argumentó bien el jurado. En este pequeño espacio geográfico manchego, Del Rey estudia un exhaustivo material de datos y fuentes de todo tipo, dejando que hablen los seres humanos, el relato mismo.
Un premio este que enorgullece la cultura provincial, además de enriquecer su ya más que notable historiografía contemporánea. Y me reafirma en que el apasionante ejercicio de la Historia es confrontar ideas, no enfrentar ideologías, ni etiquetar sectariamente a colectivos o personas. 
Como no menos apasionante es la obra de la filóloga zaragozana Irene Vallejo (1979), premiada con el Nacional de Ensayo, El infinito en un junco (Siruela). Un disfrutable y largo —pero que se hace cortísimo— recorrido por los orígenes del libro en la Antigüedad. Libro del año pandémico que en casa fue un lenitivo más del encierro, y cuyo inesperado éxito editorial ha venido a demostrar que la erudición es convertible en amena transmisión de conocimientos, cuando la metodología y el aparataje investigador no siempre deviene en resultados plúmbeos.
Premios que nos enseñan de la vida y de la necesidad del saber, homenaje a los salvadores de los papiros modernos: editores, libreros, bibliotecarios... En palabras de la premiada, «ese mundo al que todavía pertenecemos».