Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


La dispersión del pigmento

18/11/2021

Es lo que me ha dicho mi oftalmóloga que tengo yo en los ojos, que si nadie antes me había hablado del síndrome de la dispersión del pigmento, que normalmente afecta a los ojos claros, no serenos como los de Gutiérrez de Cetina, y que dilata la pupila, enrojece el globo ocular y puede provocar glaucoma. La verdad es que en mis cuarenta y cinco años es la primera vez que escucho lo de la dispersión del pigmento, lo cual me ha dejado ya mucho más tranquilo de lo que en realidad me pasa. Soy un español medio, normal, tontito, de las encuestas, al cual se le dispersa el pigmento que es una barbaridad. Los problemas de España no los saben nadie más que los que tenemos esta patología. Y es que a nuestro país ha ya mucho tiempo que se le dispersó el pigmento.
Al primero, Pedro Sánchez, que se le mudó la color el día que repitió las elecciones y vio cómo tenía que tragarse el pigmento de la coleta de Iglesias. Prefirió hacerlo como quien oye llover y no va con él la cosa. Javier Marías todavía escribe que nadie le ha dado una explicación de aquel cambio. Marías debe tener también decolorado el pigmento y no se entera de qué va esto. El Greco fue el primero que claramente apostó en su tiempo por poner a España entera como un trapo de colores. Y alargó las figuras y ensanchó la paleta. Luego vino Valle Inclán y las redujo, sin embargo, en los espejos cóncavos del callejón del Gato. Antes, Quevedo ya había convertido paletas, colores, espejos y ojos en gris ceniza polvoriento. En realidad, la vida es una amalgama de colores.
La más lista de la ciudad ahora es Ayuso que lleva chupa negra y llena los auditorios de luz. El otro día en Puertollano la recibieron como una diosa y la aclamaban y decían '¡presidenta!'. No hay como nacer de pie y hablar desde el futuro. La peña compra el mensaje y le gusta su mundo de color. Ya lo pintó el niño el otro día en un campo de fútbol. A un lado el Madrid libre y bonito de Ayuso; al otro, la estepa vacía, el desierto árido de las sienes de Sánchez. Aunque para mí, al que más se le dispersa el pigmento es a Casado, que no sabe ya ni dónde colocar la pupila ni dónde fijar la mirada. En el arco iris de Ayuso, desde luego, no; lo cual revela sus inseguridades y la poca fe en sí mismo. Vox es un exceso de pigmento y a Podemos ya lo carcome la lejía.
Más movida es la cromática de la nueva pandi de Yoli y sus camaradas… La una, la otra y la de más allá… Si pongo calificativos a cada una de ellas, acabo en el Tribunal de la Inquisición Progre y esos no tienen coloratura. La fiestuqui del otro día en Valencia augura nuevos findes de maravilla y amor. Ellas han encontrado el color auténtico del nuevo feminismo, aunque hay que decir que no es nada nuevo. Vienen del 'porque yo lo valgo' de L'Oreal y así cualquiera… Lo malo es que llamen a Rupert al primer problema. Por cierto, voy a hacer guardia en la pelu de Yolanda porque algo no me gusta… Si bien es cierto que sus mechas son divinas y llenas de color, intuyo que la laca por centímetro cuadrado excede el cambio climático y la capa de ozono. Ya lo dijo hace mucho tiempo Maruja Torres de Isabel Tocino y estas no han aprendido.
La dispersión del pigmento, en fin, es el problema central que tiene España en estos momentos. Doy gracias a mi oculista por hacérmelo ver sin tragarme más tertulias ni periódicos. Ha cumplido su función de oftalmóloga perfectamente. Yo la recomendaría para toda España. Me ha dicho que vuelva dentro de año y medio a ver cómo tengo la tensión ocular. Si vivo, el pigmento se habrá dispersado ya totalmente.

ARCHIVADO EN: España, Pedro Sánchez