Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


¿Tiempos nuevos y frescos en los EE.UU.?

05/11/2020

Los norteamericanos que quisieron votaron ayer en las presidenciales; tanto los blancos como los negros, los tostados de habla castellana como los de otras procedencias y, no se olvide nunca porque también hay bastantes, los de tez amarilla procedentes, generalmente, del sureste asiático. Dicen que han podido ser las elecciones más concurridas desde hace 100 años. Solamente por correo han votado unos 100 millones, lo que da fe del interés despertado por los posibles vencedores -Trump o Biden- que han desarrollado sendas campañas de bien distinto y marcado corte y estilo. Cuando me agarro a las teclas del ordenador va ganando Biden, aunque por poco, y por lo tanto podría ser que al final, la balanza, o el peso de la desmesurada chistera del Tío Sam, se inclinase un poco hacia el lado del que ahora mismo, 20 horas de ayer, va perdiendo, y que no es otro que el impresentable del todavía presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald -no el Pato- Trump. Servidor desea fervientemente que gane Biden, ya que otros cuatro años de gobierno Trump, con sus múltiples defectos, sus ataques de ira y su enfermiza megalomanía, no son soportables por mentes normales y ni siquiera de muchos, muchísmos norteamericanos. Prueba de ello son las elevadas cifras de participación ya mencionadas.
Merece la pena resaltar la demostración de soberbia, mala educación y demás condiciones de asociabilidad puestas de manifiesto durante la campaña y, sobre todo, con el conocimiento de las primeras cifras escrutadas. Y es que Trump, nada más conocer los primeros datos, echó las patas pá lo alto, como los borricos cerriles, y amén de proclamarse vencedor, anunció el inicio de la judicialización del escrutinio total, amenazando directamente con llevar el caso al Tribunal Supremo, hoy muy capado, pero que mucho, por culpa del propio Trump, que ha nombrado, de manera vergonzosa jueces y juezas afines a él. Aunque, quede bien claro, las leyes de EE.UU., permiten esos tejemanejes, ya que el pueblo y el sistema confían la pureza de las elecciones de los jueces del alto tribunal al talante democrático de cada presidente, aunque en este caso la cosa ha fallado por las chirriantes carencias democráticas del Donald -no el Pato- Trump.
Debo confesar que esta reacción de Trump me recordó, muy mucho, a algunas del que bien podemos denominar Donald Trump español, nuestro nunca bien ponderado presidente de Gobierno, Pedro Sánchez. Ególatra, pagado de sí mismo, soberbio, mentiroso, cínico… la máxima autoridad en el Reino de España se ha ganado a pulso, en esta época de pandemia, la equiparación descarnada y cruel si se quiere, con el aún presidente de los EE.UU. (¿?). De él depende, de Sánchez, desligarse un poco del yanqui, pues no le hacen bien, que se diga, las mencionadas similitudes. 
Veremos ¡que pasa en Cái