Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Sánchez en su mentira final

28/05/2021

Pillar un día a nuestro presidente Sánchez diciendo una verdad supondría un enorme acontecimiento nacional y una sorpresa descomunal.
Porque puede afirmarse, con varias ristras de pruebas y documentos, que no ha habido una solemne promesa que no haya pisoteado. Todas lo han sido fueran hechas en los foros más solemnes como el Parlamento, antes los órganos y dirigentes de su propio partido o ante los auditorios más públicos, televisiones y mítines. Lo que no haría jamás, con quien nunca pactaría y las rayas rojas que no cruzaría es lo que ha hecho, con quien ha pactado y sobre las que ha orinado marcando territorio de macho alfa cuantas veces ha querido. Sin que, con la honrosa excepción de Felipe González y en esta ocasión con menos paños calientes que otras, de Emiliano García Page,  haya habido en el PSOE quien se le haya plantado y le haya dicho al menos y a las claras que ha conculcado sus principios y roto lo  que ante ellos comprometió. El poder es lo que tiene, que se está muy a gustito en él y por seguir estando se agacha lo que se tenga que agachar.
Aunque quizá habría que hacer una salvedad en su sendero de promesas espachurradas. A las únicas que parece haber sido fiel son a las realizadas a oscuras y sin luz. A esas que nos barruntamos pero que ha mantenido en secreto. Las hechas a los separatistas y diversas gentes de parecido, o aún peor, jaez. Pongamos que hablo además de los sediciosos catalanes de los filoetarras de Bildu. A esas sí que es fiel. Porque esas son las que le permiten seguir durmiendo en su colchón monclovita y viajar a Toledo en helicóptero, porque allí no podía ir en el ‘Falcón’.
Lo de estos días, lo del indulto, contra todo informe y toda razón jurídica - la unanimidad de la negativa de Tribunal Supremo y sus razones es implacable e impecable- amén de contra la dignidad nacional, es una más en su lista, aunque esta es de tal calibre y tan tremenda gravedad que la conmoción está siendo mayor.
Unas gentes, que dieron un golpe sedicioso contra la Constitución y la unidad nacional, que no solo se ufanan de haberlo dado, sino que alardean de que lo volverán a hacer mañana mismo y que incluso se niegan a pedir esa medida de gracia tras tener ya tales e inauditos privilegios carcelarios, van a ser indultadas y liberados de sus penas por el interés personal y particular del señor Sánchez y de quienes disfrutan el gobierno con él.
No sólo es ya violar su compromiso público, es poner de rodillas a nuestra Nación, a nuestra Justicia y a la ciudadanía española. Pero en esta ocasión hay ido aún más allá. Para justificar su traición, no encuentro palabra más ajustada a sus acciones, ha asumido el papel de vocero del mantra separatista y llegado a la infamia de venir a decir, y por cuatro veces, que juicio, condena y pena impuestos no fueron por causa de los delitos cometidos sino por revancha y venganza. Algo que en boca de un presidente de Gobierno resulta estremecedor pues pone a la Nación que Gobierna de rodillas ante quienes la quieren descuartizar y le da instrumentos para que despiecen mejor.
Sabe y saben, su valido y sus ministros, que, aunque salgan tropas de voceros por todas las televisiones soltando humo y hurtando verdades, en la población española el disgusto y hasta la rabia son cada vez mayores. Pero ¿cuál creen que era la esperanza de un destacado miembro del Gobierno? Pues nuestra memoria de pez. Que esto en unos meses esté ya olvidado. Que pasarás como siempre, que sería otra medalla en el pecho de Sánchez al que estas “cosas” no le hacen mella. Esa era su esperanza, y puede que tristemente tenga razón, ya que la ignominia cometida es tan evidente que ni siquiera se niega. Pero que eso es lo de menos. Lo importante es que nos lo consigan borrar cuando nos toque volver a votar.
Y a uno le parece, que ahí y ya lo decía al comienzo que empieza a ser que no. Que Pedro e Iván no dan cuenta de que están llevando tanto el cántaro a la fuente que se les puede romper. Si no es que se les ha roto ya.
Porque podría suponerse que los españoles nos hemos acostumbrado de tal modo y manera a que Pedro Sánchez rompa en pedazos y sin rubor alguno su palabra y sus promesas que ya se le daba por descontado y hasta por bueno, pero me empiezo a maliciar que no, que las mentiras le empiezan a pesar y a pasar factura electoral. Y hay ya algo más que encuestas. Pongamos que hablo de Madrid.