Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Entre Rivera y Zapatero

13/05/2021

Vuelven a sobrevolar la vida política algunas sugerencias políticas y mediáticas sobre la necesidad de que los dos principales partidos se confabularan para establecer un gobierno de coalición que diera respuesta a las crisis social, económica y sanitaria que ha originado el covid-19, que pusiera las bases de la recuperación mediante la utilización de los fondos que han de llegar desde la Unión Europea pactando su reparto y su control. Pero a la vista de lo ocurrido en la sesión de control al Gobierno de ayer cualquier posibilidad de llegar a una entente entre el PSOE y el PP es una quimera. Bien es cierto que el enfrentamiento tasado en ese debate de trazo grueso no es el mejor escenario si se pretende alcanzar acuerdos, pero da idea de la distancia que media entre los líderes de ambos partidos, de su relación personal, de las  ambiciones de uno a la luz de las últimas elecciones madrileñas, y de las esperanzas de otro de que la vacunación y las ayudas europeas sean el lubricante que permita acabar la legislatura.  

Según el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al líder del PP, Pablo Casado, se le está poniendo cara de Albert Rivera por las prisas que el expresidente de Ciudadanos tuvo para llegar a La Moncloa y dejó pasar la oportunidad de pactar con el PSOE, deslumbrado por la posibilidad de sobrepasar al PP, y que acabó con lo que algunos denominan como el mayor error estratégico desde la Transición. La respuesta del presidente del PP, fue la de comparar a Sánchez con el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que cavó su fosa política en mayo de 2010 cuando se vio obligado a aceptar las medidas austericidas de la UE, que le llevaron a perder las elecciones y dar paso a la mayoría absoluta de Mariano Rajoy.  

O sea, del enemigo el consejo, Pablo Casado debiera moderar la euforia provocada por el triunfo de Isabel Díaz Ayuso y sus prisas electorales, porque es cierto que lo que necesita el país al menos durante el próximo año es estabilidad política, mientras que Pedro Sánchez debiera ser consciente de que no puede perder más tiempo, ni permitirse errores ni polémicas que minen su ya deteriorado prestigio, y que han de verse logros de su agenda progresista que demuestren que no está desconectado totalmente de los ciudadanos. El próximo aliento a su perseverancia en no aplicar el plan b judicial propuesto por el PP –En “B” nada ha dicho Carmen Calvo- puede venir del Tribunal Supremo si avala que las comunidades autónomas cuentan con suficientes instrumentos para contener la pandemia. En sentido contrario, un sonoro varapalo no podría dejarse pasar como si nada hubiera ocurrido.  

Harían bien ambos líderes en no olvidar el pasado reciente para no cometer los mismos errores, ante la imposibilidad de llegar a un entendimiento básico en beneficio de los españoles que ambos dicen defender. Pedro Sánchez puede cojear –Casado esgrimió la teoría del pato cojo y la del avestruz- por las ideologías de sus socios de gobierno. Pero el presidente de los populares ha de abandonar la tentación de aplicar la ‘doctrina Montoro -que esto se caiga que ya lo levantaremos nosotros- como ha recordado la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, porque también va contra los intereses de los ciudadanos.