Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


El malestar de la Cultura

14/06/2020

Los que tuvimos la suerte de participar directamente en, 1983, en aquella mítica experiencia piloto bautizada como ‘Cultural Albacete’, patrocinada por la Fundación Juan March, en estrecha colaboración con el gobierno de Felipe González y el Ayuntamiento y la Diputación de Albacete, tuvimos motivos de sobra para pensar que, por fin, el socialismo, y la clase política en general, empezaban a creer de verdad en la Cultura y, como el gobierno de la Segunda República, se la iban a tomar en serio.
Fue, no cabe la menor duda, un momento glorioso para Albacete, que, con mucho esfuerzo y mucha ilusión, se ganó un nombre en el mapa geográfico cultural de España. Ilustres personalidades de las letras, de las artes y del pensamiento que sólo conocían esta ciudad como lugar de paso, vinieron expresamente a Albacete a mostrar su saber, y, entre unos y otros, la convertimos en Ciudad de Encuentros.
Fue sencillamente maravilloso: de la noche a la mañana lo más granado de la cultura española se dio cita en los salones de actos de nuestra ciudad e incluso en las aulas de nuestros institutos. Ver y oír a personalidades como Alberti, Cela, Torrente, Hierro, Benet, Chacel, Buero Vallejo, Arrabal, Umbral, Martín Gaite, Francisco Ayala, Carlos Barral,  o sea escritores que sólo conocíamos por los libros de texto; pintores como Antonio López, que aquí celebró su primera exposición; filósofos y pensadores como Laín Entralgo, Aranguren; científicos, orquestas de primerísimo nivel, fue un auténtico lujo que nos hizo soñar. Era la época de nuestros primeros alcaldes democráticos, comprometidos con la Cultura hasta las cachas, como Salvador Jiménez y José Jérez, o aquel presidente de la Diputación, Juan Francisco Fernández, que hicieron de la Cultura una pieza clave de su gobierno.
Fue la época del nacimiento del Instituto de Estudios Albacetense, de Albasit, de la revista Barcarola,  y muy pronto, de la Universidad, que sacó a nuestra región de la Edad Media, viendo surgir Facultades donde poco tiempo atrás se cultivaban hortalizas y azafrán. Fue la época de la multiplicación de los Institutos de Enseñanza Media. Y fue todo tan fácil que pensamos que la cosa iba de soi, que decía Felipe González.
Es posible que nos confiáramos, pero lo cierto es que el empujón cultural, como muy bien apuntó ese gran conocedor de la Cultura local que fuera Francisco Fuster, en sólo tres décadas, fue espectacular. Pintores de prestigio, poetas laureados con el Adonais, novelistas, investigadores, actores, músicos. Nuestra ambición, sin embargo, no tenía límites. Hacía falta una casa de la Cultura a la francesa y concejales como Llanos Moreno y José María López Ariza se batieron el cobre para convertir las ruinas de la fábrica de harinas de Fontecha en lo que habría sido la consolidación de ese magno proyecto. Pero era evidente que los tiempos habían cambiado: la Junta puso el ojo y en centro burocrático se trocó. La burocracia empezaba a invadirlo todo.
Desde ese momento, la Cultura pasó a ser la eterna promesa de los políticos para engatusar al personal. Así se hizo con esa grandiosa ruina que es el antiguo Banco de España; así se hizo con la Cámara de Comercio; que si museo del circo, que si museo de Arte Realista. Y, en medio de todo, fructificó el Museo Municipal, del que nos sentíamos orgullosos, como marco de la Bienal, como espacio reservado a exposiciones pictóricas y escultóricas, e incluso como cátedra anual nada menos que de Antonio López, el pintor número uno de España. Son tantos los actos allí celebrados y tantas las personalidades e intelectuales de toda índole que han pasado por allí, que lo consideramos nuestra propia casa. Pues bien, con gran pesar de nuestro corazón hemos visto cómo hasta esta ilusión nos la han cercenado, convirtiendo, ¡quién lo dijera!, el gran salón de exposiciones en espacio destinado a registro municipal. Es la caída, que diría Camus. Somos burocracia y en papel vulgar nos convertiremos, como aquel mítico ‘Cultural Albacete’, que sólo conserva el nombre de lo que fue.