Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


Un niño que olía a mosto

10/05/2022

emos abreviado el título del libro Memorias de un niño que olía a mosto, del periodista Dulce -Néstor Ramirez Morales, al que invitamos a participar en una de las jornadas de las Semanas del Libro que pusimos en marcha para fomentar la lectura de los alumnos del colegio El Santo en la década de los ochenta, teniendo en cuenta que los paisajes que rodean nuestros campos son de cereales, viñas, olivos y azafranales, así como la evocación de las viñas plantadas de por siglos en nuestra provincia, según las Relaciones Topográficas de Felipe II, y el valor del vino que se cuantificaba en maravedíes/arroba.
Todo hace suponer, mapas hay al respecto, que hacia 1575-1580, el cultivo de la viña era floreciente, tal vez por las fuertes subidas del vino a mediados del siglo XVI. En ese tiempo, Ciudad Real, Valdepeñas, Tomelloso, Miguelturra, Almodóvar, Daimiel y La Solana se llevaban la palma en el cultivo de viñas y la elaboración del vino. En su lección a los escolares, el periodista recordó a los alumnos que de los afanes del campo ninguno había tan jovial como el del trillador y ninguno tan grato como el del vendimiador, alzándose el sol radiante en brazos del nuevo día, de Baco los largos dones, a recoger nos convida.
Las espuertas se preparan, ordenadas ya las cuadrillas, y al campo salid y gritando: 'Honor al Dios de las viñas'. No haya escondido racimo, que se escape a vuestra vista, que no corte vuestra mano, y la espuerta no reciba. Dadme una espuerta, muchacha, que quiero en tanta alegría, compañero ser dichoso, de vuestra dulce fatiga.
El periodista que tenía guasa y fino gracejo intelectual, armado de buen caletre, recurrió al refranero español: «Quien tiene una viña, tiene un tesoro». Y aclaró a los alumnos que una viña da mucho rendimiento: uvas, mosto, mostillo, arrope, vino y leña para calentar cocinas con chimenea. Y el que mora en zonas rurales y vive preferentemente de la agricultura como buena parte de vosotros, «gozaréis de comer las uvas tempranas, en hacer arrope con las recetas de vuestras abuelas; vino de vuestras propias viñas y en colgar las uvas en cámaras para luego comerlas en Navidad». Seguidamente cifró en noventa las bodegas que llegó a contar La Solana, años pasados, algunas de escasa producción, Por último, les habló de la Sociedad Cooperativa Santa Catalina que fue fundada el 8 de marzo de 1959 y aprobados sus estatutos por el Ministerio de Trabajo el día 25 de septiembre del mismo año.
Funcionó dos años como almazara para cesar su actividad hasta el año 1966 en el que vuelve a ponerse en funcionamiento en esta ocasión como cooperativa vinícola molturando uvas en bodegas alquiladas. Comenzó con 180 socios y cuenta en la actualidad con casi 600. En la campaña 1967-1968 empezó a molturar uva en las actuales instalaciones que se conocen por visitas con los profesores. Y el aula abarrotada de alumnos aplaudió largamente.  En tiempos de vendimia, era cierto, un olor a mosto se extendía por la mayoría de pueblos de nuestra provincia. A lo que huele ahora es a Fenavin: la Feria del vino español en el mundo. Gloriosos días para su venta. Y en esas estamos.