Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Sólo la antigüedad avala la pureza para acceder al CGPJ

09/09/2021

Da la sensación, a la vista de su altanera actitud en todo, o casi, que Pedro Sánchez, a la sazón presidente del Gobierno de España en estas fechas, es el inventor de todo lo relacionado con la famosa Ley del embudo, que ya se sabe que premia a unos en detrimento de los otros. Y sucede que siendo esto así, hay protagonistas de la cosa, caso Perico Sánchez, que no sólo quieren hacerse con la parte ancha, sino que quieren el embudo entero incluido el rabillo perforado por el que se cuelgan en la alacena. Vamos, que lo quiere todo, pase lo que pase, cueste lo que cueste y haya que dejar cadáver en mitad del camino a quién haya que dejar. 
Como los novilleros, Sánchez apuntaba maneras en aquellos ya lejanos años en que empezó a moverse, políticamente hablando, o escribiendo, por Ferraz. Los muertos y heridos de aquellas guerras siguen ahí, lamiéndose las cicatrices que le dejó este personaje cruel, duro y, falso y mentiroso como pocos. Luego, cuando la cosa tuvo cimientos ciertos, aunque un pelín prematuros aún, pasó a jugar en las grandes ligas, como dice su amigo Joe Biden y los cientos de norteamericanos que le siguen en esto y en casi todo, y se enfrentó con una líder más carismática que valiosa, Susana Díaz, a la que tardó en aplastar, metafóricamente hablando, pero a la que, al final, consiguió arrojar a nuestro particular agujero político pensionado, el Senado, que no es otra cosa, en parte de sus escaños y su sistema dedocrático de acceder a él, que una de las muchas indecentes puertas giratorias que tanto critican los partidos, especialmente los más gordos, según estén en un momento u otro. 
Liquidada Susanita, y hasta su ratón, Sánchez inició la ardua tarea de plantear el camino, o caminos, para perpetuar al PSOE en el poder…, siempre y cuando el timón lo tenga él, lo maneje él y lo guarde por las noches él. Sí no, sea el enemigo el líder popular Casado o un compañero socialista estilo Ábalos, la cosa no funcionará nunca. Sánchez, que no atiende a razones, ni de propios ni de extraños, está jugando ahora una durísima batalla -Biden: ¿Guadalcanal?-, para tener todos los triunfos en la mano y que nadie, nadie, ya se apañará él con el pueblo, pueda inquietarle para los próximos comicios, cuando los haya. La batalla, ya se sabe, es la de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, CGPJ, en la que Casado tiene, aunque a costa de cierta inelegancia, la llave. Si Casado y el PP ceden ahora para la renovación, ¡adiós la luz!, Sánchez se haría con la llave de la puerta giratoria del Poder Judicial. Lo que no veo, pido perdón por mi torpeza, es por qué se desprecia y no se oye ni hablar, ni escribir de él, la elección por antigüedad, que es el más democrático y libre de todos los posibles.