Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


El fútbol patas arriba

02/02/2021

Creo que dije ya en alguno de mis artículos pasados que el escritor argentino, Jorge Luis Borges mantuvo en vida una cierta aversión hacia el fútbol, y eso que en su país sus compatriotas han ofrecido relevancia superior al balón, tal vez porque allí nacieron tres jugadores de los mejorcito que ha dado el fútbol en su historia: Di Stéfano, Maradona y Messi. 
El genial y talentoso narrador llegó a pregonar a los cuatro vientos su fobia por el deporte rey: «detesto el fútbol, es un juego brutal que no inquiere un coraje especial, porque nadie se juega la vida». El literato Borges, descendiente del conquistador Juan de Garay fundador de Buenos Aires, fue en vida un personaje lleno de contradicciones, que le llevaron a no alcanzar el premio Nobel, aunque para muchos de sus lectores se lo merecía por toda su obra literaria. Ahora, a sus juicios denigrantes sobre el deporte rey, le ha salido una voz respondona que desbarata su denostada opinión. Se trata como saben los aficionados de Lionel Messi, futbolista catapultado a fulgurante estrella en el F.C. Barcelona. 
Desde el pasado domingo, su contrato cuatrienal y balompédico con la exdirectiva del club azulgrana presidida por Bartomeu ha dado la vuelta al mundo con la suculenta cifra que marea: 555.237.619 euros. Por lo visto en las entrevistas para televisiones y radios, los jóvenes de la LOGSE, no sabían leer ese número de nueve dígitos. 
El periódico El Mundo que dirige nuestro comprovinciano Francisco Rosell ha propiciado que nuestro planeta sea un balón redondo del que se habla hasta en los lugares más recónditos de la tierra. La grandeza del fútbol reside en su universalidad y versatilidad. Cualquier equipo de categoría inferior puede ganar a otro de superior jerarquía. Ha sucedido en las eliminatorias en la presente edición de la Copa del Rey, con los equipos del Cornellá y Alcoyano, verdugos de los equipos madrileños, Atlético de Madrid que marcha destacado en la presente Liga y del Real Madrid, campeón de la pasada. Por cierto, que los campeonatos transcurren con fútbol del bueno. Sentir pasión por las cosas es positivo si se abandonan la insolencia y los extremos. 
Ahora, directivos de clubes sean grandes o pequeños sueñan con la vuelta de los aficionados para que exhiban sus colores de guerra: bufandas, gorras, banderas y camisetas deportivas en cada campeonato. Los sociólogos se han ocupado del tema: cada vez más mujeres y jóvenes ocupan los estadios y complejos futbolísticos. Don Santiago Bernabéu fue el primer visionario de por dónde iban las apetencias deportivas de los españoles y construyó un estadio que fue un su día, esplendoroso. El expresidente azulgrana, con el reclamo prepotente «más que un club», ya se alineó en su día con los independentistas iluminados catalanes. Juntos han llevado a la ruina al club, cuyos aficionados son legión por el mundo y han secuestrado la libertad y la convivencia en Cataluña. Y en esas estamos.