Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


El Amazon de los monasterios

25/12/2020

No están los tiempos para gentes avaras, mucho menos en Navidad. He empezado a releer el cuento más famoso de Charles Dickens y me ha entrado una pena tan grande que lo he tenido que cerrar. No por el protagonista -el desalmado señor Scrooge-, sino por todos los odiadores de estas fechas. Como a ellos, al avaro de Dickens también le habría venido bien la pandemia. En la medida que puedan, apártense de todos ellos.
Este año, no se puede rondar por las calles cantando villancicos. Las zambombas, los violines y las panderetas no van a llenar las tabernas de mi tierra. Tampoco nos vamos a reunir todos los que queremos. Aun así, no es necesario ahondar más en lo que ya sabemos, porque siempre hay motivos para la alegría sin necesidad de rascar mucho. ¿Dónde los encontramos? Por todos los rincones y con muy buenas vibraciones también en los conventos.
Poco se habla de la situación por la que atraviesan los más de 9.000 monjes y monjas contemplativos que hay en España. No hacen ruido, no son noticia. Pero la pandemia ha golpeado con fuerza estos lugares de vida monacal. No solo porque el bicho ha entrado sin piedad en algunos conventos, que también. La actividad en estos claustros se ha reducido de forma significativa y eso provoca tanto daño como el virus. Sin turismo, sin visitas, sin bodas ni comuniones, sin la venta de lo que ofrecen detrás de los tornos, los ingresos han desaparecido y muchos de ellos estaban a cero. No les hace falta mucho para vivir, porque su vida es austera y sus comidas frugales, con productos que salen de sus huertos, pero hay gastos que tienen que seguir pagando: calefacción, luz, agua y las cuotas de autónomos. ¿Qué han hecho? Reinventarse con la alegría de siempre, más aún en Navidad.
Hace algo más de un año, en La Tribuna te contamos que una docena de religiosas -varias de Castilla-La Mancha- habían participado en un curso de alta cocina de la Universidad Francisco de Vitoria, Le Cordon Bleu Madrid. Detrás estaba también la Fundación Contemplare y el objetivo era ampliar la oferta de productos elaborados artesanalmente en silencio y oración, que es como mejor suelen salir las cosas. El resultado de todas las recetas -la mayoría se remontan a muchos siglos atrás-, se puede comprobar en la web www.fundacioncontemplare.org en la que encontrarás desde el tradicional turrón de las monjas que hacen las Jerónimas, a conservas de pimientos en dulce, cerveza trapense, el paté de cabrales a la sidra o el moderno bombón volcano. No vas a degustar nada ni medio parecido ni tan auténtico. Ahí están las manos de las clarisas de Villarrubia de los Ojos, en Ciudad Real, o las dominicas de Jesús y María, en Toledo.
La Fundación Contemplare se ha convertido en el Amazon de los monasterios. La pandemia no ha arrugado sus hábitos y en 48 horas tienes los dulces y todo tipo de regalos gourmet, que son una ayuda directa para el sostenimiento de los conventos. España es la primera potencia mundial en vida monástica con monumentos que, de no permanecer con una actividad diaria, estarían en ruinas, a pesar de que más del 70% de los monasterios son considerados Bienes de Interés Cultural. Ya habrá tiempo de visitar los claustros. De momento, disfrutemos de sus delicatesen. ¡Feliz Navidad!