Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Huele a primavera

12/02/2021

Primero fue la tempestad y la inmensa nevada que se mantuvo bajo un sol débil y noches heladoras durante más de una semana. Luego llegó la lluvia, después la niebla y le siguió el viento desatado. Y decidieron quedarse e irse lo tres turnando sin tregua: vendaval, aguacero y bruma. Parecían ya no tener fin, pero en una amanecida, aparentemente igual que todas las anteriores, asomó entre las nubes un pálpito azul y trajo un aire diferente al cielo.
Al cabo de la mañana el azul era señor del horizonte escoltado por algodones blancos. Otro sol calentaba la tierra y está ya se puso olor de primavera en bosques, labrantíos, praderías y romerales. No estaba ni mediado febrero ni había llegado ninguna golondrina y quizás sean las ganas de que este invierno, que ya dura en realidad un año en el ánimo, sea al menos más amable en lo meteorológico y nos deje cuanto antes. Aunque sea verdad lo que decía Ángel González, que la primavera está demasiado prestigiada, algo de su prestigio es cierto y es su tiempo el de la resurrección de la vida en la naturaleza. Por ello este primer día de luz en el azul y de sol cálido merece al menos unas líneas. En realidad, creo que bastantes más que a lo que dedicamos la mayoría.
Así que voy a contarles además que he visto más agradecidas que a nadie a las abejas. En el pequeño colmenar me ha alegrado comprobar que por el momento no ha habido más bajas, que los enjambres estaban aprovechando la soleada y el que los romeros han empezado a florecer. La floración este año va a ser esplendorosa y yo desde luego pienso disfrutarla. Es gratis y encima no te pide el voto. Y lo dejo ahí porque no quiero irme, la inercia de la costumbre, por donde no quiero y cada vez menos.
Porque esa es otra. Tenemos ya las flores llamando a la puerta de las yemas de los árboles. He echado un ojo a un almendro y me parece que no le queda ni una semana, aprovechando que está al resguardo, para adelantarse. Pero va a haber una verdadera carrera y una competición por quien se viste las mejores galas. Que, aunque no lo crean no son superfluas ni inútiles. Van a lo que van, a reproducirse y buscan quien les haga de recadero. Pueden valer, desde luego, las abejas, pero cada cual, cada flor digo, gusta de especializarse en seducir al insecto que más le conviene.
Sin duda, ha comenzado la carrera. Entre los insectos y los pájaros, porque los mamíferos empiezan a estar en otra cosa, las hembras ya con la preñez muy adelantada y algunas jabalinas a boca parir de aquí a nada. Pero las aves van a entrar, están entrando ya, en frenesí y de eso también pienso aprovecharme, pero no para cazarlas, no sean mal pensados, sino para escucharlas. E incluyo en ello a las perdices. En la primera mañana soleada y verde ya he visto varias emparejadas. Que los buenos hados les salven el nidal de la tormenta, del jabalí y del zorro. ¿A quién se le ocurre teniendo alas anidar en el suelo? Cosas de la evolución, la adaptación y esas cosas, pero entre los granos de siembra ‘tratados’ y la proliferación de predadores la patirroja va a ser cualquier día una especie en peligro. Pero quizás la imagen y el sonido que me guardo es oírlas arrancar juntas, verlas luego volar en paralelo y apeonar, al posarse, ladera arriba. De alguna manera las perdices me han hecho de golondrina.
Seguro que vendrán nubes, ventoleras y nieblas, que estas en particular llevan un año un poco espeso, pero estos soles y estos cielos anuncian ya primavera y, aunque ya se, ya se, que está muy prestigiada y puede que cursi hablar de ella, a mí me gusta como huele.