'Miradas cruzadas'. Así titulan CORPO y el denominado museo de Santa Cruz su aventura reciente y en común. Lo hacen para conmemorar el Día Internacional de los Museos (18 de mayo), aunque el experimento se mantendrá algún tiempo más. La colección Roberto Polo, Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-la Mancha, se pone de acuerdo con el nominado museo de Santa Cruz e intercambian obras y lugares de colocación de pinturas. Los 'retratos imaginarios' de Pierre-Louis Flouquet se mezclan con un apostolado de Nicolás Francés. Siglo XV este último, siglo XX, el anterior. Y así en la planta primera de Santa Cruz se pueden contemplar los dibujos del belga y en la sala que este tiene dedicada, en el edificio de Santa Fe, el apostolado del francés. Dos visiones de la humanidad, separadas por siglos, pero semejantes en la plasmación de unos rostros alterados por las condiciones y acontecimientos de la época de cada uno.
Flouquet es un artista belga que hizo 'retratos imaginarios', en los que el trazo nos adentra en un mundo de fealdad. Pinta las deformaciones que producen en los rostros años de guerras cruentas, desbarajustes sociales y económicos, para volver a repetir nuevas guerras, cada vez más ominosas. En condiciones tan convulsas, el espíritu se enrarece lo que se refleja en los rostros y los cuerpos desfigurados que también reproducen otros pintores de la época. No muy diferente debió ser la experiencia de Nicolás Francés. Y, aunque trabajó en León con aparente holgura, no quiso ignorar que los hombres seleccionados para expandir el Evangelio eran pescadores humildes, afectados por trabajos de rudeza deformante y alimentación escasa. Paradójicamente, son los rostros alterados de quienes difundirán una doctrina religiosa que anuncia un nuevo ser, sublimado por el amor y la esperanza en el más allá, que se sobrepone a las miserias de la vida en la tierra.
La colaboración entre dos entidades distintas, aunque con el objetivo común del arte, debe tenerse como una experiencia inédita en estas tierras. Como lo es también la mezcla de expresiones artísticas separadas por siglos de distancia. Lo que habla de la continua e inalterable historia humana del sufrimiento. Da igual la época y los siglos, el ser humano convive en una doble realidad: su deseo ilimitado de belleza y la deformación interior y exterior que lo afea.