Cándido Da Costa

Cándido Da Costa


Romeros cuatrienales

08/05/2023

Después del domingo de Pascua esperábamos con impaciencia el puente de mayo como si no fuera a llegar nunca; y en un pispás nos hemos quitado de encima hasta el mismo día de la Madre. Ya es historia el denso trasiego de vehículos por nuestras carreteras, habitual en el puente de la fiesta del trabajo, las tradicionales romerías del último domingo de abril y el cantar de los mayos a la virgen, a las cruces o a las mozas a la llegada de otro treinta de abril cumplido.
Cantar los mayos era una tradición popular extendida por todo el país, que se fue relajando con el tiempo a medida que los jóvenes iban vaciando los núcleos rurales. En Castilla-La Mancha tenemos al municipio manchego de Pedro Muñoz que se propuso que no se perdiera esta fiesta y gracias al cual, desde los años sesenta se mantiene la Fiesta del Mayo Manchego como un acontecimiento de interés turístico que hoy tiene carácter nacional. La tradición de cantar los mayos tenía muchas variantes. Desde engalanar las rejas de las casas de las mozas, hasta pintar flores en las fachadas. Y de una forma o de otra no faltaba la música, la ronda, que consistía en cantar a la joven pretendida los tradicionales mayos para despertar su atención. Así, prácticamente todo el mes. Pero este año ha habido que añadir a esa ronda tradicional la otra, la del mayo electoral, que cada cuatro años da un sabor distinto a las romerías.
Mayos, romerías, fiesta de las cruces, son costumbres que todavía se mantienen y que atraen a aquellos hijos del pueblo que se marcharon buscando un futuro más atractivo. Esas tradicionales romerías a la ermita continúan realizándose con el acostumbrado recorrido de la imagen a la que se le manifiesta devoción, pero hoy ya no es el pueblo entero el que camina en romería. Ahora se estila que desde la noche anterior la chavalería se concentre en el entorno de la ermita para prolongar la fiesta desde la víspera. Así, este año, debido a las altas temperaturas, el entorno de cada ermita se ha visto más poblado que nunca.
Pero, como decía, lo extraordinario no se ha debido únicamente al termómetro, sino que el capricho del calendario político también ha influido lo suyo y, como suele ser habitual en las romerías de cada cuatro años, se ha notado la presencia de esos romeros eventuales que han sabido aprovechar esta magnífica oportunidad para revestirse de ruralidad y revolotear de fogata en fogata. Y de selfie en selfie han ido tentando la bota de cada cuadrilla dando buena cuenta del tinto, el blanco, la sangría, la cuerva o la zurra, siempre dejando la promesa de lo bien que nos irá en el futuro si contamos con ellos.
Ha sido la otra ronda, la cuatrienal, la electoral, que se hizo patente el treinta de abril cumplido de forma ligeramente sutil -porque así lo vigilan las juntas electorales de zona en cuanto a la propaganda electoral se refiere-, y que se hará evidente sin disimulos dentro de una semana en las romerías de San Isidro con los sombreros de paja, las gorras, los abridores de botellas, los sacacorchos y las casetas de los partidos en un espectacular alarde de merchandising pidiendo el voto. Es lo que tiene el mayo cuatrienal, que salpica las manifestaciones populares de primavera de un particular postureo campestre.
Pero no es un fenómeno que se produzca únicamente en el ámbito rural. El primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, también se impregnó de cuatrienales. Los portadores de pancarta han hecho hueco a personajes intermitentes que, como fijos discontinuos de la reivindicación laboral, acudieron al escaparate sindical para caminar codo con codo con aquellos a los que pasado mañana les van a discutir las mejoras comprometidas en las mesas de negociación laboral.
El problema de estas celebraciones cuatrienales es que pasa tanto tiempo entre un evento y el siguiente que los que concurren olvidan los principios por los que se presentaron y no se dan cuenta de lo mucho que desentonan en estas celebraciones. Es lo que tiene el mes de mayo, que, entre la fiesta del trabajo y las romerías, algunos se hacen un lío…