Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


¿Presupuestos o almoneda?

29/11/2021

El rostro exultante de María Jesús Montero, ministra de Hacienda, el pasado jueves, en el momento en que la Cámara daba luz verde a los presupuestos del Gobierno Sánchez, era para grabarlo. Victoria sin paliativos; abrazos por doquier; golpecitos en la espalda, de esos a los que tan dados son nuestros políticos actuales… No era para menos; ella solita había dado dos años de vida a su presidente.
Lo que se asemejaba harto difícil, con la frontal oposición del PP, Vox y Ciudadanos, había sido a la hora de la verdad casi un paseo militar, con todo el espectro de izquierdas, incluidos, claro está, los independentistas de todos los colores, además de los que van por libre (Revilla, Teruel existe, etc), apoyando con mayor o menor entusiasmo, como es el caso del PNV, que ve cómo Bildu le come el terreno a la hora de sonsacar.
¿La razón? Muy sencilla, el dinero de Bruselas. Poderoso caballero es don dinero, y aún más para la gente de mucho 'don', pero poco 'din'. Estos últimos días, los Rufianes y los incondicionales de Otegi, entre otros, se las han tenido tiesas con el Gobierno, pero hasta los más lerdos se daban cuenta de que las negociaciones secretas estaban atadas y bien atadas, con unos individuos carentes de escrúpulos para quienes todo tiene un precio, y estaba claro que don Pedro Sánchez estaba dispuesto a echar la casa por la ventana con el fin de tomar aire.
A pocos españoles les pasa por alto un hecho relevante de nuestra clase política: todo, absolutamente todo, pasa por el dinero, hasta el punto de que más que de políticos idealistas a la usanza antigua, estamos en manos de auténticos 'conseguidores', cuando no de chantajistas con corbata, que tiran y tiran hacia sus respectivas 'taifas', importándoles un bledo aquello de la solidaridad de la Transición. En eso se ha convertido la política. De ahí que a nadie pueda extrañar que, mientras el AVE llegaba a Sevilla en 1992, Orense haya tenido que esperar 29 años, y Extremadura siga esperando; o que, mientras los millones se los lleva el viento a Euskadi, Cantabria se lamente. La lista de agravios es infinita y no me extrañaría que de seguir las cosas como van, surjan por doquier partidos provinciales como 'Teruel existe'.
Resulta más que triste comprobar que si, hasta hace algunos años, habían ciudadanos de primera y segunda en España, ahora los hay hasta de quinta o sexta. Porque, mientras unos callan, oran y laboran, otros van por la vida ladrando y exigiendo. En una palabra, estamos dónde estábamos antaño. Aquel hermoso sentido de la cooperación y de la solidaridad se ha perdido. Porque, una vez más, habría que tener acceso a la letra pequeña de los diferentes acuerdos para ver hasta qué punto nuestro Presidente se ha comprometido con sus avalistas.
Aquí, como decía la vieja canción del grupo ABBA (que amenaza con volver), el que gana se lo lleva todo, y los que pierden, como el pobre Lázaro, se tienen que conformar con las migajas. Eso explica, por ejemplo, que la antaño ubérrima Bahía de Cádiz se esté quedando en los huesos, que la vieja Castilla sea prácticamente un erial, que el agro español agonice, que la antaño rica ganadería amenace ruina, que los camioneros estén a punto de desenterrar el hacha de guerra, y que hasta los peluqueros se hayan echado a la calle.
El clima se enrarece por momentos y el cabreo se generaliza, por más que en las encuestas (casi todas manipuladas), sean muchos los que aseguren que el país va bien (para ellos, claro está). Y a todo esto, Pere Aragonés, con esa chulería consentida catalana, advierte que, una vez más, se pasará por el arco del triunfo la sentencia del Supremo que obliga a su Gobierno a implantar un 25% de castellano en sus centros docentes. Una vez más con la iglesia hemos dado, amigo Sancho.