Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Elecciones en USA o España: ¿En serio es usted exigente?

15/11/2022

Entre los lugares comunes de nuestra sociedad avanzada, hay uno que la gente pone en su boca a menudo, como es ese de que los/las políticos/as son corruptos o, cuando menos inútiles. No suele fijarse el ciudadano en la generosidad de los que no lo son, especialmente en el mayoritario porcentaje de cargos locales no retribuidos. Es muy difícil luchar contra el posicionamiento en la estima pública de quien se dedica a servir a los demás, que está considerado en la escala de aceptación popular por detrás, casi, de los ladrones o de los proxenetas. Ya sabemos: más cultura en los que opinan y más ejemplaridad en los evaluados, parece ser la clave para avanzar en la legitimación social de representantes y gobernantes.
Lo que pasa es que, al ser esto de la política de las pocas actividades que no pueden, ni deben, ser objeto de cortapisas en su acceso, guarda en potencia el convertirse en un sector naturalmente abierto a la gentuza, como la paternidad, que es otra cosa para lo que no se estudia ni hay frenos. Estas décadas me he encontrado a pocos malos o pésimos en la política, pero alguno había. En su esquema mental de origen figuraba como seña de identidad este sentir de la población, y accedían a determinados cargos pensando para sí que era su lugar, puesto que se consideraban, en serio, mangantes en potencia o auto-reconocidos memos. Y así sigue siendo hoy en día cuando la ciudadanía da por bueno que ese es el ambiente de la política, y no les extraña que parte de lo que nutren los nuevos y viejos partidos, sean personas de ese cariz, que van a sentirse por ello en su salsa o como pedro por su casa, ya que llegan pensando, precisamente, en lo que se percibe: no triunfo en otra cosa, pues puede que la política sea mi cauce de vida.
No me vengan a exigir nivel en la clase política, las millones de personas convencidas de todo esto y que nunca se preguntan por la preparación e intenciones de los candidatos: los votantes somos los que bendecimos a aquellas ovejas negras, pocas pero ciertas, que se cuelan en el sistema y lo denigran, y no el resto de la clase política, mayoritaria, que pide a gritos una ciudadanía formada que les quite de encima a los espontáneos e ignorantes que, al rebufo de corrientes y amistades, se infiltran en puestos y cargos.