Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Los euromillones

23/03/2021

A nadie le amarga un dulce, y parece necesario reconocer la necesidad de inyectar en la economía mucho dinero cuando pasan cosas como la pandemia. Si la Unión Europea como conjunto de poderes públicos, y por otro lado, las entidades privadas gestionadas por particulares, abren el grifo, es un hecho que los países debemos de aprovecharlo. Lo que ocurre es que a muchos españoles les cuesta admitir, primero, y recordar, después, que nadie regala nada en esta vida, y que una cosa es agradecer los fondos que nos den y que hemos también generado en parte con nuestro trabajo pasado, y otra no aprovecharlos bíblicamente buscando, no ya un ciento por uno, sino meramente un uno punto uno por cada uno. Difícil es que lo entienda la ciudadanía si sus gobernantes no lo comprenden aún, y bajo el velo de reformas estructurales mínimas se disponen a regar de subvenciones a personas físicas y jurídicas (una línea aérea sin aviones, por ejemplo) que no siempre dinamizan el mercado y el empleo, aunque sí persigan otros intereses. Sus intereses. Yo creo que es de malas personas dejar deudas a los hijos si te gastas el dinero en cachondeos, y es de pésimos gobernantes engordar la deuda de las siguientes generaciones si miras hacia otro lado en tus planes de transformación económica, para centrarte en tapar algunos agujeros por los que se desangra la economía, pero muchos boquetes por los que se desangra tu voto o el de tus apoyos. Además, es que, por si no les sirve este argumento, hay que recordar a Sánchez, pero también a muchos presidentes regionales o alcaldes, que esto de repartir dinero no es tan agradecido como creen, pues los parroquianos beneficiados no suelen atribuir tales bendiciones a otra cosa que la justicia, incluso cuando no sea justo que hubieran recibido nada, y la gran mayoría que no ve un duro o recibe limosna (el ejemplo más claro en España es el de los Autónomos en 2020), se encabrona aún más con la situación. El colmo es ya cuando los políticos se hacen retratos para Instagram o Twitter anunciando miles de millones que luego nadie ve, o cuando se olvidan de que el ciudadano/a medio no es capaz de atender los engorros del procedimiento administrativo y por desconocimiento se pierde lo que le corresponde. La tónica de estos meses ha sido elocuente: miles y miles de familias sin recursos no han recibido todo lo que se les prometió por no estar bien informados del papeleo, mientras que empresas que podían pagar asesoría jurídica y fiscal han protagonizado el reparto de subvenciones. La filosofía de esta gente que nos dirige es clara: Que no se acabe el dinero, y si así es, que traigan más. Será por pasta. Pues bien, verán como no va a ser suficiente, porque esta vez las bocas a callar son demasiadas.