Miguel Ángel Jiménez

Comentario Dominical

Miguel Ángel Jiménez


Para que el Estado no decida por mí

07/05/2021

Hasta el año 2007, que ya ha llovido en trece años, todo el dinero que recibía el Estado por los impuestos los destinaba discrecionalmente a donde consideraba. Pongamos ejemplos. De mi contribución en la declaración de la renta, que no soy mucho de petanca, pudiera ser que a esa afición estuviera destinada una cantidad. También podría el ministerio correspondiente dedicar la cantidad que considerase necesario de mi dinero al asfaltado o señalización de un tramo de carretera en el corazón de Soria, donde no he estado nunca. Vivir en sociedad supone compartir destino y contribuir desde la normalidad a los servicios comunes, incluso, aunque pueda no participarse de ellos. El hecho de que no me guste la petanca y nunca haya jugado a ella, -ni en Soria ni en otra parte- no significa que sea lícito que no reconozca que sí que pueda haber personas que con su juego ocupen parte de su tiempo. Será mi contribución al bien común. Unas veces será en asuntos excelsos y de primera necesidad y otras al desarrollo de la convivencia cotidiana. El Estado debe ser un puro administrador atendiendo a todos. Y, por supuesto, el dinero no deja de ser mío, aunque forme parte de un montante bastante considerable. Será mi pequeño granito de arena al bien común.
Por eso es tan importante la casilla de la Iglesia y lo es también la casilla destinada a Otros Fines de Interés Social: son un ejercicio de libertad porque supone que el Estado no decide por mí, sino que tengo la oportunidad de ser yo el que elija a dónde quiero destinar una parte de mis impuestos.