José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Vino y agua

10/05/2022

Bajábamos las rampas mecánicas de la T4, como si la bella techumbre ondulada de Lamela y Rogers nos llevara ya por los aires sin subir a esos pájaros de metal que no tienen fila 13, y un gran panel publicitario nos despedía, carmesí de luz cambiante, con su tipografía en blanco: «El país más rico del mundo». ¿El de la inflación más alta y el crecimiento económico más bajo de Europa? No. El más rico en las mesas y en las copas. Con ese sano y merecido orgullo, extensivo también a otros soportes mediáticos, anunciaba Alimentos de España, del Ministerio de Agricultura, la más importante feria española del vino, el Fenavin que inaugura hoy su undécima edición.  
«(…) El vino / fluye rojo a lo largo de las generaciones / como el río del tiempo y en el arduo camino / nos prodiga su música, su fuego y sus leones», escribía Borges en su Soneto del vino. Como ha fluido este Fenavin que hemos visto crecer, tan cercano, para desbordarse en cifras, en una suerte de «don de la ebriedad», por citar el título del poeta Claudio Rodríguez, generación báquica de los Cincuenta, coronados de pámpanas, casi oliendo todavía aquel mosto dulzón, esperando la chiquillería a los remolques rebosantes de uva blanca que cada septiembre convertían mi calle en un lagar, la bodega de los Leoneses, reclamando racimos, asomándonos curiosos a un espacio mágico, oscuro, de duro trabajo, tan lejos de la enosofisticación actual y de las bodegas convertidas en turistizadas piezas de arquitectura contemporánea.
Cultura nuestra del vino y vino como cultura que disfrutamos y saboreamos. Rito y eucaristía, líquido sacramental y celebratorio, elixir cardiovascular que días atrás algún inoportuno ámbito oficial sanitario recomendó —para desdecirse luego— quitar de los menús del día. 
Oceánico viñedo nuestro con su otredad seca, paradojas de una realidad dual pero que nos dibuja también: El reciente Plan de Cuenca del Tajo firmado y la lucha del agua con la Comunidad Valenciana y Murcia que podría llegar otra vez a los tribunales. El informe del Instituto Geológico y Minero-CSIC, señalando cuatro zonas de búsqueda de agua subterránea en el Campo de Calatrava. El aprobado trasvase, desde la denominada Tubería Manchega, de tres hectómetros cúbicos más para las necesitadas Tablas de Daimiel y que lleguen a las mil hectáreas encharcadas.
Es la contradanza de estos días primaverales de vino y rosas, donde seguimos buscando agua como zahoríes por estos suelos infinitos, viejos de viñas, sedientos pero generosos. Suelos vinateros y vendimiados de soles.