Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


‘Solo sí es sí’

09/03/2023

Los datos son los que son. No engañan. No entienden de derechas ni de izquierdas. Son cifras, sin más, al margen de las manipulaciones o interpretaciones que, según qué intereses y en qué momento, se puedan hacer de ellas.
La Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida popularmente como la ley 'del sí es sí', no ha tenido los resultados que se buscaban. Esto es un hecho, aunque no todos o todas lo quieran ver. Al contrario, ha abierto las puertas que se pretendían cerrar con más seguros para proteger, para garantizar una seguridad. Pero no ha sido así. Esta ley se ha convertido en la salida a una libertad plena o más cercana que, como es obvio y lógico, está siendo aprovechada por quienes aspiran a reducir o abandonar pronto su encarcelamiento.
Más de 721 condenas a delincuentes sexuales han sido reducidas. Más de 70 condenados por delitos sexuales han sido puestos en libertad.
No son simples números. No son habladurías. Es la información dada a conocer hace unos días por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y que, a día de hoy, ha aumentado, porque son muchísimas las sentencias que se han pedido revisar y que harán que, según se vayan resolviendo, arrojen cifras más altas, y porque, asegura este Consejo, debido a la huelga de los letrados, no se han recopilado todos los datos de los distintos organismos afectados.
Desde ese 7 de octubre que entraba en vigor lo que se suponía que iba a ser uno de los grandes logros de la ministra de Igualdad, Irene Montero, lo que estamos viviendo y viendo es un continuo desastre. Cada nuevo caso de reducción de pena o salida de prisión que se conoce es una herida que se vuelve a abrir, un recordar lo que nunca se ha olvidado porque la cicatriz siempre queda, una vuelta al miedo de la víctima, de sus familiares y amigos, un vivir a medias ante un mañana inseguro donde la venganza puede tener protagonismo.
Los datos no engañan. Y la cabezonería o quizá la soberbia no ayuda. Errar es de humanos y rectificar también. Cuando no se escoge ese camino, lo normal es que uno se vaya quedando solo. La ley de Irene Montero puede ser el principio de un fin por no admitir que cuando las cosas se tuercen hay que enderezarlas. Ella y su partido, Unidas Podemos, socios del Gobierno, han seguido en sus trece, culpando a los jueces de este gran fracaso y echando balones fuera. Esta vez, el PSOE no ha cedido a sus presiones, y, como parte también de este desastre, ha planteado la reforma de la ley, que se aprobó gracias a los votos de la oposición. ¿Traición o cordura?  
Queda más que patente el enfrentamiento entre los miembros del Gobierno de coalición. Miren las manifestaciones del Día de la Mujer. Y es que dar la mano a quien no se debe solamente por puro interés antes o después provoca lo que todos sabemos.