Aurelio Martín

LA COLUMNA

Aurelio Martín

Periodista


Principios éticos

28/12/2020

Felipe VI ha reivindicado en su discurso navideño los principios éticos «por encima de cualquier consideración familiar» para referirse implícitamente a la situación por la que atraviesa su padre, el Rey Emérito Juan Carlos de Borbón, uno de los pilares básicos de la transición democrática, junto a unos líderes políticos que supieron ejercer el consenso, palabra clave, renunciando a determinados aspectos ideológicos partidarios, para reconstruir la España que salía de 40 años de dictadura. 
Precedido de unas extraordinarias expectativas, principalmente porque la Casa del Rey ha mantenido un absoluto silencio respecto a esta cuestión, aunque es preciso reconocer que ha ido tomando medidas que tienen que haber sido muy dolorosas en lo humano, como también han causado tristeza en muchos españoles por ver un final no deseado para quien ejerció un liderazgo necesario, es legítimo opinar que el Rey se ha podido haber quedado corto al hablar de la crisis que afecta a su padre, sin dar unas explicaciones que, en todo caso, deberán resolver los tribunales. 
Como árbitro, en esa obligación que tiene de mantener un equilibrio necesario sin entrar a inclinarse por ninguna opción, es compleja la posición de Felipe VI en este momento pero, siendo objetivos, hay que reconocer que está dando los pasos precisos para mantener la Corona con dignidad, en la Monarquía Parlamentaria que nos hemos dado los españoles a través de la Constitución que, si es preciso revisar deberá contar con el respaldo del voto de los ciudadanos, tras un amplio acuerdo entre los partidos. 
Aquí no caben otras opciones, que podrán tener su legitimidad pero, en muchos supuestos, sería un regreso al pasado, como tampoco es de recibo utilizar los símbolos del Estado para el enfrentamiento porque lo único que se consigue es sembrar diferencias.
En ese llamamiento a los principios éticos realizado por el Rey cabe pedir su aplicación también a todos los representantes públicos que, por desgracia, en estos tiempos tan duros que están padeciendo todos los ciudadanos no han sabido reaccionar ni frenar discursos que han llegado a tener tonos de chulería y voces poligoneras. Puede que la situación, el dolor o la crisis económica que ha traído la pandemia, no hubiera cambiado pero, al menos, la ciudadanía se hubiera sentido arropada por sus representantes públicos que solo han practicado un interés partidario. 
La exigencia de comportamientos éticos, comenzando por el respeto, debe exigirse también a quien, por una mal entendida libertad, descalifican, insultan y crean enfrentamientos movidos como títeres por el populismo utilizando sin freno los comentarios en las redes sociales. Además de poder opinar, siempre sin alcanzar el insulto ni la infamia, lícito en una democracia, este momento en que acaba un año tan duro, existe la obligación para todos de reflexionar, porque depende el futuro de un país que, se construye desde abajo, de lo contrario, todo irá muy mal.