Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Respeto

13/10/2021

Va en el sueldo de los presidentes del Gobierno socialistas recibir abucheos, pitidos, demandas de dimisión y un variado conjunto de exabruptos cada 12 de Octubre cuando llegan a la tribuna para presenciar el desfile militar conmemorativo de la Fiesta Nacional. Los gritos con los que son recibidos contrastan con las ovaciones y vítores que acogen la presencia de los Reyes de España.   

A las tradicionales peticiones de dimisión y los gritos de ¡fuera! este año Pedro Sánchez ha tenido que escuchar que le llamaran "paleto" , quizá por su propuesta de sacar instituciones de nueva creación fuera de Madrid- y "a robar a tu casa", quizá también por la pelea fiscal que se plantea con Madrid. Por supuesto no se puede coartar a libertad de expresión de los asistentes al desfile, que son muy libres de manifestar sus opiniones en cualquier lugar y circunstancia. Por la significación del acto, sería deseable que esos mismos asistentes guardaran el debido respeto hacia a figura del presidente del Gobierno que lo es de todos los españoles, aunque a ellos no les guste, porque así lo han decidido las urnas y el corolario de las matemáticas parlamentarias. Cualquier otro lugar y momento sería más adecuado para ejercer la oposición vocinglera que el acto central de la celebración de la Fiesta Nacional. Bien es verdad que quienes tendrían que dar mejor ejemplo y ser el espejo en el que los ciudadanos pudieran mirarse, los diputados del Congreso, también están imbuidos de un ardor guerrero que ha hecho que la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet tuviera que hacer una llamada colectiva a la recuperación de la cortesía parlamentaria.    

Es inevitable señalar que con esas manifestaciones, los asistentes al desfile tratan una vez más de apropiarse de símbolos que son de todos, como han hecho con la Corona, el himno, la bandera, y con las Fuerzas Armadas y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, de las que aprecian más su carácter bélico y de defensa de la seguridad que su obligación de ser garantes de los derechos y libertades de todos, y no dudan en proyectar la imagen de que los ejércitos y las policías "son de los nuestros", como dejan entrever los dirigentes de Vox, aunque los militares se ganen el mayor aprecio cuando participan en misiones humanitarias, ya sea la UME o en la evacuación de Afganistán.  También es cierto que la izquierdatiene una  relación más distante que la derecha con los símbolos nacionales aunque de vez en cuando saquen a los escenarios de sus mítines banderas gigantes.     

A estas alturas las ausencias de los presidente autonómicos de Cataluña y el País Vasco es una falta de respeto asumida, como si la pertenencia a la patria común no fuera con ellos y lo demostraran con gestos simbólicos, pero su nacionalismo irredento se encauza a base de aplicar la Constitución en la que caben todas sus reivindicaciones excepto una, la secesión.    

En esta ocasión han acudido al desfile militar el Gobierno en pleno -excepto la titular de industria- incluidos los ministros de Unidas Podemos con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, al frente que ha mostrado 'respeto y gratitud" a los militares españoles, mientras que Pedro Sánchez pedía aprovechar el 12-O para reivindicar "lo que nos une como sociedad". Otros encuentran mejor acomodo en el enfrentamiento hasta que la ciudadanía española 'vote bien' y les devuelva al poder. Entonces se acaban los abucheos.