A diario escuchamos frases hechas y repetidas: la vida se nos escapa en un suspiro, o a manos llenas, o se marcha en los sesenta segundos que nos llevarán al cielo, según el pensamiento de Kipling. La vida es demasiado breve para que no sepamos aprovecharla en toda su extensión y amplitud. Cuando ya acumulamos canas y arrugas, el espejo nos está diciendo, en versión moderna, que ha llegado el atardecer a nuestras vidas. 
A los que ya peinamos canas nos asalta una duda metódica, si los talentos que recibimos los hemos multiplicado como pedía el mensaje evangélico. Ahora, lo que nos preocupa de lleno es el horizonte político-económico, porque millones de españoles no lo ven despejado para que sus nietos vivan mejor que ellos, logrando mejores conquistas en el terreno social que sus progenitores. Nuestros antepasados tuvieron que soportar el drama de una guerra incivil y años de lamentos y penurias que superaron con creces. Y todo, con aportaciones personales de las que guardamos pruebas y más pruebas en la rama familiar y laboral, repletas de compromisos ejemplares. 
En los tiempos que corren, además de la incertidumbre traída por la pandemia, nos asaltan otras dudas, ¿cómo creer en el progreso que nos venden ciertos partidos políticos…? cuando uno ha comprobado a lo largo de su vida que, ningún cambio violento triunfa y nos trae la felicidad a la que aspiran todos los humanos. Se aprovecha que la escala de valores estaba encerrada ya en el baúl de los recuerdos y hasta lógico nos parece que la fuerza física tenga más valor que la prudencia ancestral. Poco a poco, hemos visto desaparecer el respeto que merecen las personas de más edad que, han traído prendidas leyes y más leyes, con los sistemas educativas que hemos sufrido y padecido. Sobrepasar los 60 años se traducía en un cese de la actividad profesional y docente, o de otro tipo, que comportaba vejez y sopitas al rincón. Ya escribimos que el prestigioso neurólogo Oliver Sacks aventuró que los octogenarios pueden alcanzar a esa edad la plenitud en la tierra. 
En el semanal de ABC, se publica un reportaje que es una delicia. Hablan los mayores de ochenta años, octogenarios en sentido reverencial, toman la palabra para indicar las cuestiones que traen consigo la mochila de los años: «Todos fueron generosos en tiempo y confesiones», aclara la periodista. Además, están llenos de fuerza y, sobre todo, de lucidez. La autora admira de ellos su capacidad de resistencia y su experiencia. La profesora y actriz María Galiana, lleva interpretando el papel de Herminia en la serie Cuéntame, a sus 85 años se queja amargamente del trato humano que sufre: «Me parece muy humillante cómo nos tratan a las personas mayores cuando vamos al médico o al banco…Todo el mundo te tutea, te chilla». Por su parte, el actor y director teatral, José Luis Gómez declara: «Hay que vivir mucho para culminar la tarea de ser persona». Y en esas estamos.