Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Demasiados temas para mentes tan diluidas

23/09/2021

Dice el refrán algo así como que, en la vida, ‘por si fuésemos pocos, parió la abuela’, y va y sucede que es verdad. Y si hay, o queda, alguna duda, ahí tienen ustedes el tremendo cataclismo que las buenas gentes de la isla de La Palma, la justamente denominada ‘isla bonita’, con un contorno similar, sólo el contorno idealizado, al de una pera, como le ocurre, desde que lo trazase el rey Alfonso X el Sabio, a la vieja Villa Real de nuestros pecaos, nuestra hoy atribulada Ciudad Real. Y es que, como se ha dicho en los medios, hay varios temas de importancia capital para la capitaleja, -v. l. r.-, que son los que, al fin y a la postre, dejan huella y hacen de los núcleos habitados lugares interesantes y agradables para la vida o, por el contrario, los convierten en lugares tristes, de poco fuste y menos futuro para las gentes que los habitan, que son lo único, las gentes, que deberían importar a todos: políticos, informadores, creativos…
De estos dos o tres temas, estos últimos días han  surgido, casi con la fuerza del volcán de La Palma, dos que nos afectarán de lleno y para años, aunque no tantos como durará, en todo su esplendoroso poderío de muerte  y ruina, la piedra, el negro basalto que ayer ya cubría más de cien hectáreas del viejo terreno habitable hasta ayer de la isla. Uno es el nuevo impulso, para servidor y para otros muchos al menos, para terminar de ahogar el centro de la ciudad de Ciudad Real con zonas azules, naranjas, rojas -¡que no falte este color!?, verdes, amarillas…, en aras a un exagerado y hasta molesto y dañino para personas con movilidad reducida y otros problemas derivados de la edad, amén de para las enmohecidas cajas registradoras de los pequeños y medianos negocios de la zona céntrica capitalina, que ven cómo las gentes se acostumbran a comprar en la periferia. Ciudad Real, creo, necesita, eso sí, más mantenimiento municipal de todo, incluidos cientos de alcorques y baldosas, pero no se puede quedar sin huecos que, por fas o nefas, tienen que vivir en determinadas zonas, plazas o calles. 
El otro tema, fundamental para el desarrollo de la provincia y muy especialmente para la zona occidental de la misma, es el del boicot -¡yo ya no veo otro fondo ni otra fonda!-, de la más que vital Autovía A-43, en el tramo que discurre por nuestra provincia y que, como deberíamos estar defendiendo todos los ciudadrealeños, especialmente los parásitos que conforman el cuerpo de vividores, ineptos y serviles hasta el asco -por cierto, ¿y si cambiásemos lo de delito de odio por delito de asco?, dado que el asco es siempre menos grave que el odio- que se dicen políticos, sindicalistas, etc., y que callan como los oportunistas que son, según interese, y mande, el señorito de turno. El  Ministerio de Transportes y no se qué más de agendas y  cuadernos, le ha pegado un guadañazo del 95 por cierto al proyecto de la autovía A 43 en el tramo que pasaría, algún siglo de estos, por, por ejemplo, Manzanares, Daimiel, Ciudad Real,  Puertollano, Almadén, Don Benito, Villanueva de la Serena y Mérida, para seguir a Portugal. No está mal, ¿verdad? Pero sucede que el Ministerio  se agarra a un cacho de lava ardiendo de los de La Palma, y dice que hay que volver al principio del asunto.  Y es que podría suceder que hasta en proyecto, en el aire, se haya dado orden de O inversiones mientras mande el PSOE -que decía ayer que iba a quitar toda ayuda a los autónomos- porque las necesitaría para Cataluña o cosas similares. Y aquí, todos calladitos, especialmente políticos opositores y sindicalistas. Este Pedro Sánchez cada día se parece más a Ceaucescu. ¡Qué pena!