Escolástico González

Fontanería Pública

Escolástico González


Saber renunciar a tiempo

05/10/2020

Siempre me hago el mismo propósito de no escribir más allá de los temas locales. De hablar y escribir solo de lo que sucede en la ciudad o lo que es susceptible de mejora, siempre desde mi punto de vista. Pero nada. No lo puedo evitar y acabo saliéndome de mis propios límites. Hablar de la capital es muy fácil, siempre hay temas y asuntos que afectan a la vida del ciudadano y que los políticos locales no saben o no quieren resolver. Unas veces por desidia, otras por desconocimiento y otras porque se enredan en cuestiones ajenas a la ciudad queriendo jugar a lo mismo que sus hermanos mayores (de partido).  
El ejercicio de la política es voluntario, y como tal, cuando se ejerce, se tiene que estar dispuesto a dar preferencia a los asuntos de los ciudadanos a los propios. La dedicación de un alcalde es prácticamente permanente. Las 24 horas del día.  Los asuntos de la ciudad te persiguen en el supermercado, en el comercio, en el parking, en el Ayuntamiento, etc. La cercanía al ciudadano te impide dejarlo y desentenderte. La gestión municipal requiere de una atención y dedicación plena, desde por la mañana hasta la noche, minando la salud de cualquiera. 
Estar en la política local no es nada fácil, ni cómodo, salvo que quieras convertirte en profesional. Si quieres vivir siempre de la política no hay nada incómodo. Todo se puede aguantar. Por todo ello, y si no se es profesional, es muy importante saber encontrar el momento de dejarlo. De renunciar a puestos políticos y de partido que vayan más allá de la vida local. La mayoría de los políticos locales (alcaldes) salen de la política por que les retira el partido la confianza o bien por que los ciudadanos dejan de votarlos. Sin embargo, en la vida hay circunstancias que aconsejan dar primero el paso y ganarte dignamente el retiro pasando a la convivencia con tus vecinos, como uno más.  La mayoría de los alcaldes y concejales tiene que volver a su trabajo, a su vida diaria y cotidiana, en definitiva, a la normalidad.  Solo los profesionales, antes de dejar un cargo, ya tienen preparada la puerta de salida para el siguiente puesto político remunerado.
Cuando un alcalde accede a su puesto tiene que ser consciente de que su principal y único cometido es hacerle más fácil la vida a los ciudadanos. Mejorar su ciudad. Para poder hacer eso es necesario conocer cuál es la fuerza política que se tiene para emprender las reformas y los cambios. Es necesario saber si uno cuenta de forma permanente con esas fuerzas. Igualmente, es necesario conocer también si se está respaldado por el ciudadano en la opción política que se representa. Las elecciones ganadas en los despachos no siempre son correspondidas porque los intereses de los partidos cambian de la misma forma que van cambiando las circunstancias. La estrategia que hoy es buena dentro de seis meses no lo es si las encuestas no son favorables.
En la política local, como en todo en la vida, es necesario tener una estrategia que permita dar continuidad a todo aquello que funciona y es útil para el ciudadano, pero en especial, es necesaria la estrategia para avanzar y no retroceder. Lo peor que le puede pasar a una ciudad es estancarse. Quedarse solo en el movimiento por la inercia. Que la estrategia sea exclusivamente la del partido político y que los intereses del ciudadano no sean tenidos en cuenta es el peor de los escenarios que se puede dar. Una estrategia que no aspire a ser ganadora para emprender reformas y cambios no es tal. Cuando, deliberadamente, solo se opta a mantener minorías, son perjudiciales, y más aún cuando son solo para sobrevivir personalmente.  Un aspirante a alcalde, o alcaldesa, tiene que saber cuándo renunciar, cuándo dejar sus egos, incluso sus compromisos, en beneficio del interés general de la ciudad. Ésa es la dignidad, como persona, que debe de tener cualquier político frente al ciudadano.