Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Decir Navidad, felicitar la Navidad

27/12/2022

El respeto a las tradiciones religiosas es una necesidad de todas las sociedades democráticas y pluralistas. Las incomprensiones ante celebraciones como la nuestra de la Navidad suceden en todos los países de la cultura occidental, y suelen coincidir, aunque mayoritariamente se profesen otros credos y se plantee culturalmente de otras maneras. Tengan en cuenta además que todo el mundo judeocristiano converge en el 25 de diciembre como fecha de celebración, aunque con distintos contenidos y explicaciones.
Las fiestas de origen religioso tendrían que ser bien sencillas de comprender: se sienten por cada persona de distinta manera (o no se sienten) y el conjunto de la sociedad adopta una lectura cultural, de respeto antropológico a una tradición. Pero en tiempos de revisiones populistas donde prima la diarrea verbal y la falta de ponderación, cualquier cosa, por limpia que sea, es susceptible de enfrentar a los ciudadanos gracias a los cizañeros de turno. Si hace unos años en estos propios comentarios destacábamos como principal inconveniente de las fiestas de Navidad el consumo mal planteado, hoy por hoy el principal enemigo de lo que estas fechas pretenden (la paz y la concordia) es la utilización simbólica de los actos, tanto religiosos, como culturales.
Así, por ejemplo, en nuestra desorientada España, muchos responsables de instituciones públicas y de empresas privadas, con el falso y manipulado pretexto de no herir credos ajenos, proscriben los Nacimientos, silencian la palabra Navidad, y apelan a creaciones artísticas para justificar que una cisterna pueda terminar significando el portal de Belén, y la máquina de un churrero el Misterio de los Reyes Magos.
No es extraño que ante tanto desprecio haya gente que pierda la calma y reaccione al otro extremo, utilizando Navidad y belenes simbólicamente, no como deben (expresión de amor y unión), sino de resistencia a este acoso. El respeto a cualesquiera de las religiones es una obligación del Estado desde el artículo 16 de nuestra Constitución, porque lo que se garantiza es un derecho de personas, no de iglesias. Y para millones de no creyentes, significa una filosofía de mantenimiento de cultura, tradiciones y conciencia, que tiene que ver con su dignidad y su libre desarrollo de la personalidad.
No pasa nada porque aparquen su revolución y su asalto a los cielos hasta el 8 de enero, porque aparte de caer mal y sólo ganar los votos de los frustrados y asociales que tampoco les van a apoyar, generan una reacción indeseada en sus adversarios que también manosean la Navidad para arrojarla contra ustedes. Feliz Navidad a todos, en paz y sin polémicas.