Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


El siglo de la mujer

15/03/2021

Es penoso que la pandemia haya deslucido las manifestaciones del Día de la Mujer que son un gran espectáculo tanto para reclamar justas mejoras de todo tipo como de satisfacción por los avances conseguidos, aunque nada ha sido un regalo sino el logro de un esfuerzo de años, que ha necesitado de una larga lucha contra las estructuras tradicionales del patriarcado, que no contra el varón. El varón, per se, no es sujeto de maldad por lo que es improcedente situarlo en el frente opuesto de un combate en el que las líneas no son simplemente de las mujeres de un lado y los varones del otro. Por eso son una grotesca injusticia, no ya las barbaridades de Valerie Solanas pidiendo descuartizar al varón, sino la reciente frase de la activista Marta Nebot que rechazaba la posibilidad de celebrar un ‘día del hombre’ que sería: ‘como celebrar el día del terrorista’.
Respeto al feminismo como un saludable movimiento de natural reivindicación, pero me inquieta su deriva a posiciones de intolerancia creando una estructura de pensamiento y presión propias de una iglesia o un sindicato que formarían la imagen simétrica del machismo. Parten de una supuesta moralidad superior y muestran al enemigo como usuario de irracionalidad y detentor de la violencia, con el corolario es que si una joven sufre un  rechazo civil o laboral es siempre por ser mujer. Este punto de vista del feminismo es una ideología sexista explícitamente rechazada por la Constitución.
Ser mujer o ser varón es un hecho fortuito y no lo considero como una excelencia, aunque reconozco que la primacía física del macho humano ha sido decisiva en la obtención de sus privilegios históricos. Por eso es de justicia una nivelación que ofrezca las mismas oportunidades a ambos, buscando en la equidad lo que nunca podrá ser igualdad. Imponer la igualdad femenina mediante cuotas causa una humillación, provoca una discriminación, rechaza la excelencia y alienta la confrontación. Lo correcto es eliminar las trabas diferenciales, y, a partir de ahí, el ascenso ha de trabajárselo el sujeto según sus capacidades.    
El feminismo soporta otras injurias, como aquella leva de damas ineptas y vistosas que en su nombre y para buscar ‘glamour’ trajo José Luis Rodríguez para su gobierno. También alarman las propuestas visionarias de Beatriz Gimeno contra la heterosexualidad. O el saboteo del lenguaje a favor del sexo, que llega a ser recargado y ridículo. Y, en vivo y en caliente, la falta de ejemplaridad de Irene Montero que, para llegar a ministra, ha utilizado la vía de la cama.
El feminismo, en manos de gobiernos inmorales se ha convertido en una estructura de poder, dando entidad material a algo inespecífico que es la Igualdad como podrían ser las correlativas Libertad y Fraternidad, creando un Ministerio con estructuras económicas poderosas y una gran red clientelar. Para este año de profunda crisis económica su presupuesto ha pasado de 176 a 451 millones, creciendo un 157% sobre el anterior. Sería justo que todos los beneficiarios de este derroche se lo agradecieran al resto de los españoles, incluidos los varones.