Roberto Mendès

Roberto Mendès


Música clásica y coherencia electoral

06/02/2023

Hay muchas formas de entender la cultura y, en tiempo de elecciones, es frecuente escuchar declaraciones grandilocuentes acerca de lo cultural que, en muchos casos, no vienen acompañadas de acciones que respalden lo dicho en mítines, entrevistas y coloquios.

La música debe formar parte de una propuesta cultural estructurada y coherente para que sea creíble lo que se plantea en tiempo de elecciones. Más allá de la financiación de uno u otro concierto o festival, o la consabida participación en ferias, fiestas y demás actos de solaz, la música merece un tratamiento específico dentro de las propuestas culturales que los partidos ya plantean a sus posibles electores. En este sentido, estructurar es el paso previo a planificar, por lo que una mera enumeración en forma de lista, más o menos completa, de las intenciones y acciones a tomar no es una opción que deba ser tenida seriamente en cuenta por nadie responsablemente interesado en que la música ocupe el puesto que merece en nuestra comunidad.

La música clásica suele ser, además, una gran incomprendida por parte de quienes tienen la responsabilidad social de ofrecer a la comunidad a la que sirven recursos intelectuales, sociales y culturales para su mejor desarrollo y buen vivir y que, cada cuatro años, demandan nuestro voto a cambio del cumplimiento de un programa electoral. Pues bien, como sea que en unos meses se nos demandará el voto a cambio de una serie de propuestas, nos gustaría que las que se refieran a la música clásica fueran coherentes y estructuradas, lo que significa que no bastará con enumerar los estipendios que unos y otros estén dispuestos a ofrecer para el disfrute de la ciudadanía, sino que será preciso llevar a cabo un esfuerzo de coherencia y estructuración para mostrar, no ya una intención de gasto, sino una intención de integración de lo musical en nuestra sociedad.

Debemos hacer notar que, en el presente, existen algunas carencias notables en lo que se refiere a nuestras infraestructuras musicales. A modo de indicación sólo señalaré dos que me parecen especialmente relevantes: la escasez en nuestra comunidad de auditorios adecuados para la interpretación de grandes obras sinfónicas y operísticas y la ausencia de una orquesta sinfónica de titularidad pública que llene el enorme hueco existente en Castilla-La Mancha. Es razonable paliar estas carencias, entre otras cosas, porque, hoy en día, sufrimos una insoportable fuga de talentos musicales y una sequía sinfónica que no sufren otras comunidades autónomas. Creo, sinceramente, que las propuestas que recojan los programas electorales deberán, además de cumplir con la obligatoria  coherencia y la necesaria estructuración en las propuestas culturales, recoger, entre otras cosas que habrá tiempo de enumerar, la inmediata intervención en estos dos temas: el de los auditorios y el de la orquesta que son imprescindibles en cualquier propuesta electoral que pretenda captar el interés de nuestra comunidad.