Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Juez

14/09/2020

Tengo varios amigos jueces, y cuando estoy con ellos, no sé si decirles que los admiro. Quizá como tienen una situación preponderante sobre nuestra vida, deciden sobre la libertad y la hacienda, no quiero echar más leña al fuego de la posible soberbia en que pueda convertirse esa posición. A pesar de esa precaución, sí quiero decir que la característica común en todos ellos es la sencillez. Algunos incluso la bonhomía -estoy pensando en Carlos Cezón- y en todos reconozco el placer de conversar de mi tema favorito, la literatura -aquí pienso en Andrés Sánchez Magro-, y por supuesto de política y otras incidencias de la vida. 
En lo que respecta a la política he observado que, aunque tienen sus opiniones, jamás observé esa cerrazón del sectario, ni el adoctrinamiento del profesional, ni el absolutismo del interesado, ni la ira del que solo ve la negatividad del otro. Al contrario, siempre son serenos en sus opiniones políticas. 
Hablamos mucho de la Justicia, tanto desde una perspectiva antropológica y filosófica, como de otra más engarzada en el tiempo. También de esa actualidad mediática que los ha convertido en personajes principales de la farsa, del esfuerzo que han de hacer para huir de los focos mediáticos y de las bambalinas. La buena o buen juez solo desea el escenario de su Sala. Y sobre todo, como no, de la intromisión de la política en su trabajo. 
Cuando conversamos sobre ese vicio es cuando más enojados los percibo. Porque entrometerse en su labor es el acto más oscuro de deslealtad democrática que se pueda hacer. Sin democracia no hay Justicia, por eso la independencia de las juezas y jueces es básica para que sintamos la percepción de que estamos en una verdadera democracia. En este sentido les suelo decir que diviso dos circunstancias: la macrojusticia, en la que el Parlamento nombra jueces, y lo entiendo, pues no debe haber divorcio entre la realidad social y la de la Justicia (por eso veo mal que el Partido Popular no facilite la renovación del Consejo General del Poder judicial), y la microjusticia, que es la cotidiana de cada juez enfrentado a sus causas, luchando porque lo justo sea lo fuerte. Esta es para mí la más importante. Creo que debe haber una recia coraza que los proteja de lo exterior para que puedan realizar sin intromisiones su trabajo. Sin en alguna Justicia creo, es en ésta. 
Si percibo que hay alguna razón para sentirnos protegidos, para creer que la legión de corruptos que nos rodean tendrá su merecido, es esta individualidad. Una jueza, un juez en su soledad con los libros de las leyes como lanza contra malvados y corruptos nos dignifica. Nos hace sentir la esperanza de que el bien triunfará sobre el mal.