Lo más llamativo de la puesta en escena del Plan España 2050. Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional a Largo Plazo, presentado por el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, el pasado 20 de mayo en el auditorio del Centro Nacional de Arte Reina Sofía, fue la digitación. No digo la prestidigitación, aunque es posible que algo hubiera de ello, por más que el directo responsable –como justificaba su artículo del día 17 en El País, España 2050– fuera Iván Redondo, jefe del Gabinete de Presidencia y responsable de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia. Estrategia y prestidigitación. No sé si de dedos o de dígitos. 
Me explicaré. El panel de fondo del acto en cuestión lucía –junto a dos banderas de España y de la Unión Europea– el que será definitivamente el logo del evento –como muestra ya la portada de la publicación aportada: un soberbio volumen de 676 páginas–. Junto a una rotulación en mayúsculas de España, donde la única salvedad era la descomposición de la E en tres franjas cromáticas horizontales, que simulaban tanto los planos de color de la bandera nacional como los atributos de esa letra y podían advertirse otros atributos tipográficos caprichosos y arbitrarios, como las A abiertas en sus patas, sin tramo horizontal o la P sin cerrar en la trasera, rememorando una mascarilla tan vigente hoy. 
Debajo de esa estilizada tipografía de España –ya no o, ya no tanto Marca España, fruto de otros debates y otras tipografías–, se podía encontrar la referencia numérica del horizonte prospectado, esto el año 2050, que por razones no explicadas aún –y a todas luces, injustificadas– aparecía ya como 02050. Que no sabemos qué secuencia ordinal supone ese cero añadido a la izquierda en la contabilidad de años sucesivos. Cero a la izquierda, que bien sabemos que no cuenta, ni pesa, ni cambia, salvo en algunos de los atributos exigibles en la narrativa numérica del Documento Nacional de Identidad y que para su precisa lectura informática precisa el complemento del cero a la izquierda y de la letra mayúscula a la derecha.
Ha habido múltiples designaciones de años venideros sin cero añadido y sin retórica gráfica de diseño oblicuo: desde el texto de 1984 de Orwell, a la película de Kubrick 2001: Una odisea del espacio o la canción En el año 2525 de Zager y Evans, por no hablar del Programa 2000, desarrollado por el mismo PSOE en 1988, o del otro hallazgo del Gobierno de Sánchez del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) de 2020 y sin haber visto aún sus resultados.