Coco es una famosa película infantil producida por Pixar en 2017. La trama desarrolla la tradición mexicana del día de muertos, que se celebra el 2 de noviembre. Bajo un envoltorio bello se nos desvela una realidad atroz. En el día de muertos, ellos, que continúan viviendo más allá de la muerte, vienen a la tierra en la que sus familiares y personas queridas los recuerdan colocando sus fotografías y dejándoles en altares multitud de ofrendas. Ese reencuentro por una noche llena toda la película como el momento anhelado y esperado por todos. ¿Y qué pasa cuando uno ya no es recordado por nadie? ¿Cuándo nadie se acuerda de colocar tu fotografía? Cuando eso sucede, el ya muerto desaparece.
Tenemos necesidad de creer en algo. Si la tradición cristiana queremos que nos resulte extraña, aunque sea la que ofrece una esperanza, la sustituimos por otra que, pareciendo exótica y moderna, nos hunde en un abismo de oscuridad.
Coco es una película de desesperanza. También Halloween. ¿Acaso nos podemos imaginar que nuestros abuelos, a los que tanto hemos querido y nos quieren, nos quieran asustar? 
La fealdad, el miedo, el terror no está en los que han muerto sino en la ausencia de bien. Dios nunca se olvida de nosotros, por eso, nuestro destino no es la desaparición sino la vida eterna y en plenitud. Eso es lo que hay en lo profundo de nuestro corazón y anhelamos. 
Vivir con esperanza desde la fe. Cada uno de nosotros somos importantes para Dios. Nos mira con cariño y nos sostiene en la existencia.