Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


“Verano azul”

06/10/2021

La idea le rondaba en la cabeza desde hacía tiempo. Los encuentros esporádicos con unos, siempre los mismos, le provocaban el pensamiento de los otros, de aquellos que se quedaron en su ayer adolescente y juvenil. Era fácil volver a ese pasado divertido y gamberro, a ese su particular "Verano azul" sin la brisa del mar, pero con el viento de las montañas. Un veraneo y una pandilla que no se alejaban tanto de la famosa serie: foráneos y vecinos que no terminan de entenderse, salvo alguno, claro; escapadas secretas con las bicicletas; pequeñas aventuras que parecían grandes conquistas; primeros amores y desamores; decepciones y desengaños junto a pactos de amistad… Mismas emociones y sensaciones en un escenario opuesto, donde vides y olivos sustituían a las barcas d colores y sus redes para pescar. Cabreros en lugar de pescadores. Tierra. Mar. Todos bajo un intenso cielo estrellado siempre compartido.

Y llegó el día en que esa idea dejó de serlo y pasó a convertirse en un hecho. Atrás quedaban las páginas del calendario ya arrancadas, esos años pasados pensando en la posibilidad de ese encuentro que se evaporaba con facilidad, ese tiempo perdido que no volverá como no vuelven tantas cosas. Se sentó solitario y convencido de que había llegado el momento. Tiró de un contacto y de otro y otro hasta que consiguió todos los eslabones de la cadena y la lanzó al aire con el deseo de que ninguno se desenganchara. Y no lo hicieron, con sus más y sus menos, pero ahí se mantuvieron expectantes. Y llegó pronto la alegría, y junto a ella también la nostalgia de esa adolescencia, y la realidad del paso de los años trascurridos, casi treinta. Una cifra demasiado grande para solo haberse escrito historias hermosas. Porque así es la vida…y la muerte. Esa muerte que también él se empeñó en llenar de vida, la que brota por todos los sitios cuando los recuerdos se viven con la misma intensidad de antaño, como si estuvieran sucediendo de nuevo. Revivir…

Y se sintió satisfecho con ese primer paso dado. Una primera unión entre mensajes, chistes, fotos y anécdotas que duró más de la cuenta, porque las cosas pasan cuando han de pasar. Y se prohibieron las brisas marinas y las nieblas de las sierras, y nos impusieron soledades y aislamientos, y la libertad y el movimiento quedaron secuestrados por las circunstancias. Y todo cambió, como ellos habían cambiado.

Pero él siguió en su empeño, convencido de que su tren encontraría la estación apropiada; de que la espera merecería la pena. Se alió con la paciencia y la ganas para ahuyentar los miedos del fracaso; aunó fuerza y deseo, tanto el suyo como el que fue naciendo en ese grupo, y esperó con tranquilidad la llegada de ese encuentro que le devolvería su particular "verano azul".  Y, al final, llegó.  Claro que llegó.

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