José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Suplementos literarios

19/04/2022

Ahora que desde mañana iremos más desenmascarados. Que podremos entrar en las librerías para embozarnos solo con papel impreso. Que nos contagiaremos con ese veneno de la letra impresa del que nunca desistimos. Que se avecina la primavera cíclica de los libros. Ahora quería fijarme en cómo la escritura se escribe a sí misma, y, por qué no, antes, en unas palabras recientes del alemán Peter Handke que me encantan, cuando dice que «la escritura es un santuario, no una catedral, sino una capillita en el campo, en La Mancha o en algún lugar, por la que el viento y la arena pasan».
Porque la literatura, la cultura toda, necesita del espejo difusor de la prensa literaria, del contrapunto crítico, del reflejo que contrasta y expande, de los argumentos informativos por donde respiran sus novedades, estrenos, exposiciones, conversaciones, debates…, del contrapeso frente a la voracidad política y la polarización diaria que absorbe, cancela y espolvorea una autocensura ya inocultable. Y porque además vivimos en España un buen momento para esa prensa cultural inmediata y cercana, de proximidad semanal, que tiene al lector tan a mano como pueda ser la compra de su periódico o la consulta en la web, y acaso menos inaccesible que publicaciones especializadas, de periodicidad y aires más alejados.
En enero, aparecía un nuevo suplemento en el panorama nacional, La Lectura, del diario El Mundo, sin rehusar de lo que ahora se ha dado en llamar la batalla cultural, con firmas como Juan Bonilla y, desde el viernes, Andrés Trapiello; páginas que venían a llenar el hueco dejado por El Cultural de Luis María Anson, al cortar su vinculación con dicho periódico y volar ahora en solitario, dirigido por uno de los nombres punteros del periodismo cultural como es Manuel Hidalgo, que en un tiempo comandó Disidencias (de Diario 16), el mejor suplemento de entonces, y ha reforzado sus páginas, donde permanecen un gran crítico de novela como es Sanz Villanueva y desde Barcelona la colaboración siempre lúcida de Ignacio Echevarría, e incorpora una muy jugosa revista de prensa a cargo de Juan Carlos Laviana. En ABC, 30 años de su Cultural, no me pierdo los Telegramas Cinéfilos de José Luis Garci (aunque el sábado finalizaba la serie que espero vuelva), ni las colaboraciones de Cuartango o las reseñas de Luis A. de Cuenca o de César Antonio Molina. El mismo día en que El País nos aburre con Babelia, apéndice ideológico del diario, donde aprovechan para sacudirle a Félix de Azúa porque no les gustan sus columnas semanales (ya se la han quitado) o ningunean el último libro, Sólo integral, de su otro columnista no domesticado Savater, y solo me detengo en los textos del exdirector Cebrián. Suplementos que nos ayudan, y mucho, a navegar por este caudaloso río de la Cultura.