José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Dispersión senil

08/03/2023

Así se llamaba un texto sobre Betis, una hembra de lince de 18 años nacida en el valle del Jándula e hija de Sierpes, que entraba en su etapa final, según consta en los perfiles biológicos de la especie. Y las llamaba así, de esa forma indirecta e igualmente dispersa, Esther Sánchez en su trabajo sobre la longevidad del lince –superior en la hembra que en los machos–. Como Dispersión senil. Que da cuenta de cómo los linces adultos –hembras y machos–, pasado el apogeo vital y la madurez sexual inician un declive biológico, caracterizado por esa divagación territorial, buscando y tanteando cazaderos más fáciles y terrenos abiertos sin competencia de otros individuos. Pierden, por ello, la fijación territorial de su madurez e inician esa llamada dispersión del territorio que, además, coincide con el declive vital. 
Por ello, la expresión dispersión senil, que se asemeja al declive de los humanos en los que la dispersión no es de los territorios y enclaves, sino de los recuerdos y memorias. Un proceso de disgregación de la memoria que ocurre con la edad que avanza y que olvida y que suele acontecer con otros deterioros neurológicos. Hay quien en estos días de la tan traída y llevada moción de censura de Vox, que encabeza Ramón Tamames contra Pedro Sánchez, han vuelto a poner de manifiesto la dispersión senil del economista –rozando el ciclo nonagenario– y viejo y atípico excomunista. Que sin ser un lince –como parece deducirse de forma evidente– tiende a esa dispersión senil que no es un devaneo de la edad, sino una errancia de las ideas amalgamadas.
Esa es la captura que realiza Jordi Amat en su mini ensayo Tríptico de Ramón Tamames que quiere adoptar el tono cáustico de Valle Inclán en su Farsa y licencia de la reina castiza. Y así, bordea el articulista catalán las veredas del milagro y de la dispersión, que es un mal de todos. «Si el verde del partido nacionalpopulista debería de transmitir esperanza, ese color sobreimpuesto sobre la fachada del Congreso de los Diputados enmarca el desagradable efecto kitsch de la imagen». Tamames es tanto la mirada del rey retratado por Goya, como el fondo grisáceo de La tertulia del café Pombo retratada por Gutiérrez Solana, como la mesa electoral del 15 de junio de 1977, donde Tamames se codea con Pradera, Semprún y Claudín. Y ahora esto que nos espera. Dispersión senil, errancia de la senectud y elogio del arrabal, a la manera de otro anciano disperso, como fuera Borges.